El Real Madrid tropieza ante el Betis

Bellingham adelantó al Real Madrid y Ruibal empató para el Betis en un gran partido


El Real Madrid llegó a Sevilla para defender el liderato y así se fue, pero con tropiezo. El empate que sumó ante el Betis supone que los de Ancelotti lo pueden perder si el Barcelona gana al Girona. Un empate justo en un buen partido en el que los dos conjuntos hicieron méritos para llevarse el triunfo.

El duelo del Benito Villamarín prometía mucho y lo cierto es que no decepcionó con un inicio de partido con mucho ritmo, con los dos equipo presionando la salida de otro y sin que el árbitro interviniera mucho para frenar el juego. En esa lucha, el Real Madrid, sin delantero centro, fue el que mandó en la primera media hora. Con Rodrygo destrozando a sus rivales, el equipo blanco mandaba y llegaba al área bética. El problema, que a la hora de rematar a puerta, no tenía a nadie. Es lo que tiene jugar sin delantero centro. A pesar de eso, marcó, pero el gol de Rodrygo fue anulado por fuera de juego del brasileño en el inicio de la acción.

Esa acción fue casi el final del dominio blanco porque el Betis se rehízo y pasó de dominado a dominador. El equipo de Pellegrini pudo marcar, pero apareció Lunin para evitar el tanto de un conjunto local que estaba pasando por encima de un Real Madrid desaparecido. Sin embargo, en ora vuelca de tuerca del primer acto, los de Ancelotti volvieron a hacerse con el partido e incluso dispararon entre los tres palos por primera vez en todo el partido: fue Modric en el minuto 40.

Con ese 0-0 se llegó al descanso de un buen partido al que sólo le faltaban los goles. La segunda mitad arrancó con el Betis apretando y mandando, pero fue el Real Madrid el que se adelantó. Bellingham, que había aparecido poco, marcó el 0-1 en el minuto 53 tras un gran pase de Brahim. Ese gol le dio alas al Real Madrid y apagó al Betis que vio como los de Ancelotti llegaban fácil y rondaron el gol, pero no lo hicieron, especialmente por la falta de un delantero centro. Así estaba el partido, con el Real Madrid tranquilo cuando Ruibal decidió enviar un misil a la portería de Lunin para poner el 1-1. Fue en el minuto 66 y ese gol le dio aire al Betis que se fue a por un Real Madrid que pasó de estar muy cómodo en el campo a estar muy agobiado por el empuje local. Pellegrini y Ancelotti movieron el banquillo. El primero, para ir a por el partido y el segundo, para controlarlo con el pitado Ceballos por un Modric al que parece que no le gustó mucho ese cambio.

El encuentro se fue igualando por el desgaste físico de ambos conjuntos y se entró en ese terreno en el que cualquier fallo podía decantar el partido para cualquiera de los dos lados. Viendo el panorama, Pellegrini y Ancelotti echaron mano de los cambios para refrescar a sus equipos en la recta final del encuentro. La tensión que se vivió en esos últimos minutos fue tremenda porque podía pasar de todo. Los dos equipos arriesgaban los justo y necesario para no cometer un error. Y el Madrid hizo uno que a punto estuvo de costarle un gol. Un despiste en defensa provocó que Isco rematase, de cabeza, un balón en el poste. La respuesta blanca fue de Joselu que pudo marcar, pero su remate lo desvió un defensa a saque de esquina. El Betis tuvo la última para romper el empate, pero Lunin lo evitó y el Real Madrid sigue líder a la espera de lo que pasa con el Girona-Barça.



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El Sevilla de Diego Alonso sigue en caída libre

Los andaluces, que sufrieron la anulación polémica de un gol que hubiera sido el empate, no han ganado aún con el uruguayo


El Sevilla sigue en caída libre, continúa sin ganar con Diego Alonso y suma ya 9 jornadas de Liga sin conocer la victoria. El equipo dirigido por el uruguayo cayó en Mallorca ante un rival que respira en la tabla y sufrió además la polémica anulación de un gol de Pedrosa que impidió a los andaluces sumar al menos un punto tras el tanto que adelantó a los baleares, que ganaron su primer partido en casa, obra de Larin a los once minutos.

Con muchas bajas, hasta nueve con nombres importantes como Jesús Navas, Badé, Nyland, Fernando, Acuña, Suso o Lamela, el Sevilla salió con ímpetu y pudo adelantantarse a los cuatro minutos en un remate cruzado de Ocampos, pero a la primera llegada de los de Javier Aguirre, Dmitrovic ya se vio sorprendido. Fue Larin el que cazó un balón al borde del área para lanzar un zurdazo fuerte y bajó que se convirtió en el 1-0.

Por detrás en el marcador ya en el minuto 11, el Sevilla tenía que remar otra vez a contracorriente ante un Mallorca cerrado con una línea de cinco en defensa. Para colmo, Diego Alonso vio cómo perdía a otro de sus hombres de ataque,Lukébakio, que se marchaba con la rodilla dolorida tras una entrada dura de Nastasic. Tenía que salir por el belga su compatriota Januzaj en busca de activar el ataque y lograr el empate, que pudo llegar en un cabezazo de Ocampos al que respondió con un paradón espectacular Rajkovic.

El equipo andaluz tuvo todo el protagonismo del balón ante un rival que claramente le cedió todo el terreno. El Sevilla pidió penalti en un agarrón de Raíllo a En-Nesyri al intentar rematar un centro de Januzaj.

Y fue el marroquí el que asustó a los locales en una galopada en el inicio de una segunda mitad en la que el Sevilla salió decidido a equilibrar el partido. Y lo pudo hacer. Sergio Ramos primero remató inapelablemente un córner que repelió Rajkovic, llegando poco después la jugada polémica de la noche, cuando Alberola Rojas anuló a instancias del VAR un gol de Pedrosa, que ejecutó un disparo que dio en la espalda de En-Nesyri. Gil Manzano avisó a Alberola Rojas y lo que parecía muy claro ase comvirtió en una nueva polémica al revisar el monitor el castellano-manchego, que interpretó que el impacto, leve y de espaldas, fue en el codo.

El caso es que el tanto no subió al marcador y el Sevilla acababa otra vez desquiciado. Y hasta pudo aumentar su ventaja el Mallorca en un contraataque en el que Abdón Prats dejó solo a Antonio Sánchez ante Dmitrovic, pero en el mano a mano le ganó la partida el meta serbio.

Los visitantes ya andaban a la desesperada y sin ideas, tanto que Diego Alonso mandaba incluso a Sergio Ramos a jugar de delantero sacando al campo a otro central para que ocupara su puesto como Kike Salas.



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El Atlético sobrevive, a sus eternos vicios, ante un valiente Almería

Victoria del Atlético de Madrid que apuntaba a llenarte de certezas que acabó llenándote de dudas.
Álvaro Morata y Ángel Correa pusieron tierra de por medio para el Atlético en apenas 20 minutos de partido.


Había explicado Simeone en la previa que, ante lo que acechaba en el calendario, iba a necesitar de todos. Apelaba el Cholo a aquello tan propio en su discurso de la ‘calidad de los minutos’, con alguna rotación personificada en Lino, Azpilicueta o Correa. Urgía al Atlético también pasar página de la derrota en Barcelona. Siendo notable la temporada de los rojiblancos, lo cierto es que ese goteo de puntos perdidos (Valencia, Betis, Las Palmas…) había reducido el margen de error para los colchoneros si lo que quieren es pelear por el premio gordo.

El partido ante el Almería arrancaba siendo uno de esos para enterrar vacilaciones, para que los que necesiten un empujón psicológico lo tuviesen, para gustarse, para gustar… y acabó en un ejercicio de angustia, de vida en el alambre, de esos que acostumbra el equipo colchonero de tanto en cuando. Un partido para llenarte de certezas que acabó llenándote de dudas.

Comenzó el partido con asedio local, para apagar dudas, golpear anímicamente a un rival frágil en este aspecto y evitar que el Almería pudiese crecer si los minutos si el partido se alargaba con el 0-0 en el marcador. Y a los cinco minutos, en una jugada trenzada al borde del área, algo trabada por un pase poco ortodoxo de Morata, un rebote, una prolongación con el hombro de Samuel Lino, acababa el balón en el punto de penalti donde Griezmann hacía un escorzo en medio tijera para anotar el primero… que no subía al marcador porque el galo estaba ligerísimamente adelantado y el VAR, tras revisión, lo anulaba.

Era la primera de varias en el primer cuarto de hora, como un disparo lejano de De Paul que se iba cerca del poste; pero sobre todo una jugada de Correa tras robo en la que su disparo con el ‘puntín’, que diría Simeone, se marchaba pegada al lateral de la red. Insistía e insistía el Atlético hasta que Morata, a los 18 minutos, acertaba. Tremendo robo de Griezmann pegado a la banda, centro al internacional español que con un control orientado rompía la cintura a César Montes, se metía en el área, regateaba a Luis Maximiano y marcaba con la izquierda. Su 13 gol del curso y un tanto necesario para romper una ‘mini sequía’ de cuatro partidos sin ver puerta.

Estaba claro que era un día para terminar con esas pequeñas cuestiones que desajustaban la confianza del Atlético en este tramo de partido a poco que los de Simeone se lo hubiesen tomado en serio, cosa que no sucedió. Y si Morata cerraba su sequía, el siguiente en hacerlo era Correa, éste con diez partidos sin ver puerta. Robo de De Paul, pase a Griezmann que veía a Llorente, desde el lateral derecho, para llegar a línea de fondo, levantar la cabeza y ponerla en la línea de portería donde Correa, al que no marcaba nadie, la empujase. Iban apenas 22 minutos y el asunto olía a goleada. De hecho parecía depender únicamente del colmillo que quisiesen mostrar los de Simeone para hacer sangre. Y por ahí, a los del Cholo les afectó verse tan superior y tan pronto.

Es cierto que De Paul, de falta directa, desde la frontal, rozaba el tercero de la tarde. Luis Maximiano lo evitaba con un vuelo brutal a la escuadra; pero a partir de ahí, el cuadro indálico crecía en el partido, sobre todo por la desidia local. El partido se metía en un momento clave de esos que el Atlético vive tan a menudo en los que deja engancharse a su rival. El equipo rojiblanco se había visto tan superior a su rival que bajó el pistón en la última parte de la primera mitad y lo acabó pasando muy mal.

Comparecía el Almería en plena depresión anímica y deportiva, ocho puntos para la salvación, 15 partidos sin ganar (toda LaLiga), segundo peor equipo en la historia de la competición a estas alturas de la campaña, recientemente eliminado de la Copa del Rey por Segunda RFEF. Y en una situación así, con dos goles en contra en 20 minutos, que podían haber sido bastantes más, sumado a lo antes argumentado, los de Gaizka Garitano se veían desesperados. Situaciones dramáticas requerían medidas dramáticas para los visitantes, que se lanzaron con todo. Dos disparos de Baptistao, otro de Robertone… Anticipando lo que luego se vería en la segunda parte.

SEGUNDO ACTO
No sirvió el descanso para que el Atlético despertase y el Almería siguió con el único plan viable para él, atacar. Embarba rozaba el gol en dos ocasiones, especialmente en una plancha en el 53', con un remate de cabeza al que Oblak tenía responder con reflejos. Simeone detectaba que a su equipo le duraba poquísimo el balón, que no era capaz de jugar demasiado tiempo en el campo rival. Metía en el campo a Saúl y Memphis.

Pero antes de que esos cambios hubiesen podido siquiera surtir efecto, drama. No se dirá que no se veía venir. Se estaba metiendo en un lío el Atlético él solo. Las señales eran claras antes de que Baptistao por fin acertase. Disparo desde la frontal que tocaba en el hispano-brasileño, que desviaba el balón hacia la portería, Oblak rectificaba haciendo un paradón pero en el rechazo, el delantero del Almería remachaba la jugada y le ponía banda sonora de tensión al partido del Metropolitano.

Y la cosa no iba mucho mejor. La presión del equipo andaluz no arreciaba. Arribas robaba un balón y lo intentaba desde fuera del área y su balón se iba pegado a la escuadra. Cinco minutos después, el mismo Arribas cruzaba en el área y Oblak tenía que vestirse de santo, como tantas otras veces, para que no se consumase la tragedia. Más cambios en el Atlético, Molina y Riquelme por Correa y Samuel Lino, intentando que el equipo rojiblanco diese ese salto mental necesario para volver a sentirse superior y atar el partido. Una recta final con sufrimiento porque en varias que tuvo el Atlético, Memphis en concreto, no era capaz  de cerrar el choque.



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Un Girona majestuoso asalta Montjuïc y el liderato

El conjunto de Míchel exhibe todos los registros, con goles de Dovbyk, Miguel, Valery y Stuani, ante un Barça irregular que acabó buscando un empate agónico con goles de Lewandowski y Gündogan en un final de locos


El Girona asaltó Montjuïc y el liderato en un gran partido frente al vigente campeón de Liga, al que se complica mucho revalidar el título. El Barcelona tuvo buenos momentos contra el Girona, pero no supo aprovecharlos, algo que sí supieron hacer los de Míchel, que lucieron todos los registros: defensivos como planteamiento de salida, combinativos en posesiones largas durante muchos minutos y letales en transiciones buscando a Dobvyk, que marcó el 0-1, o en subidas letales de Miguel, que marcó un golazo para el 1-2 poco después del empate, de Lewandowski. En la segunda parte Valery puso la puntilla en el primer balón que tocaba tras entrar. Un gol agónico de Gündogan puso dramatismo al final de un partido de tú a tú, hasta que Stuani remachó en un final de locos para redondear un 2-4 histórico.

La verdad es que el Girona se plantó en el Estadi Olímpic Lluís Companys sin complejos. Con un planteamiento más conservador de lo que es habitual, como insinuó Míchel y como ya había hecho la pasada temporada en Montilivi, pero sin temor alguno a aprovechar sus oportunidades para salir combinando y montar transiciones letales. La diferencia respecto al año pasado es que esta vez la estrategia les dio resultado: 1-2 al descanso partiendo de cinco atrás. En cuanto al Barça, fue un sí pero no: arrancó con brío, dominó, tuvo ocasiones, pero mostró imprecisiones y en defensa fue un equipo contemplativo y blando que dejó combinar cerca del área y rematar con mucha facilidad.

Durante la previa se esperaba un buen espectáculo y lo cierto es que los espectadores que casi llenaron Montjuïc no pueden quejarse: los tres primeros minutos fueron un anticipo del intercambio de golpes que tendría lugar más adelante. Idas y venidas permanentes durante todas las fases del partido.

El Girona arrancó avisando, en un balón perdido por Raphinha tras un mal pase de Koundé que originó una internada final de Dobvyk y una rectificación del propio Koundé. O en un chut de Dobvyk detenido por Peña. El Barça respondió encerrando a los de Míchel: tuvo un embrollo en el área del Girona en que se intuyó el gol y poco después hubo una gran combinación Pedri-Koundé con centro del francés que interceptó Gazzaniga.

Rodando rápido el balón, el Barcelona fue dueño de los primeros minutos. Pedri era el generador de juego entre líneas y otro gran pase interior a Lewandowski fue rechazado por David López. Lo cierto es que el Girona salió esperando atrás, con un 5-4-1 sin manías en defensa y sufriendo ate la presión azulgrana. Pero también espetrando algún balón largo hacia Dobvyk.

Balón al espacio a su delantero que el conjunto gerundense encontró en un pase largo de Yan Couto hacia Tsygankov, que asistió al espacio infinito a Dobvyk, con Christensen equivocándose al intentar dejarlo en fuera de juego. Intentó corregir Araujo, pero no llegó y el delantero encaró a Iñaki Peña y finalizó, con el balón rebotando en el poste derecho antes de entrar. Primer zarpazo del Girona, que ya dejó ver que en las gradas, con muy buen aspecto, había numerosa parroquia del líder provisional de la Liga.

Inmediatamente, el Barcelona reaccionó con la misma energía con la que había empezado y Lewandowski remató a gol, de cabeza, un córner lanzado por Raphinha, muy enchufado pero algo errático en ese primer tiempo tan enérgico.

Con el avance del reloj, el Girona fue tomando confianza y sacudiéndose el dominio azulgrana y Peña, al que no se podía culpabilizar del 0-1, evitó el segundo del equipo visitante al desviar con la punta de los dedos un centro-chut envenenado de Miguel después de una combinación de la delantera gerundense ante una defensa que ya dio señales de estar estática y sin reacción. Y al rato un tuya-mía de los Joaos por la izquierda obligó a Gazzaniga a intervenir. El partido era un continuo ir y venir de oportunidades del Barcelona y contra oportunidades del Girona en transiciones buscando a Dovbyk en cada pérdida azulgrana. Otra acción colectiva del Girona acabó en disparo fuera de Miguel, con la defensa demasiado pasiva en las marcas.

Al ritmo de las subidas de Miguel, el Girona iba creciendo y a la tercera fue la vencida: después de dos intentos fallidos, finalmente Miguel encontró la portería tras entrar desde la izquierda sin que nadie le cerrase el paso. Golazo del futbolista cedido por el Madrid para trasladar al marcador el dominio que el equipo de Míchel ya ejercía en el campo en el último cuarto de hora del primer tiempo.

TOCABA REMONTADA DEL BARÇA, PERO...
Tocaba que el Barcelona remase en la segunda parte y en el arranque Montjuïc fue una olla a presión. Con cierta precipitación, el Barça volvía a poner a prueba a Gazzaniga, que rechazó un disparo de Frenkie de Jong poco después de fingir una agresión inexistente de Lewandowski.

Atacaba el Barça y el Girona trataba de defender y salir a la contra. Pero el conjunto gerundense estaba mentalmente mucho más entero que en el inicio de partido y obligaba al Barça a intentar chuts desde lejos.

La tuvo Raphinha tras un gran pase de De Jong, pero el intento de definición fue horroroso y Eric Garcia se anticipó al brasileño. Xavi puso a Lamine Yamal, Ferran y Balde, que cerraba como central junto a Araujo. El Barcelona atacaba con todo y Gündogan rozó el empate tras acción de Ferran, que hacía daño a Yan Couto. Ferran y Balde aportaron dinamismo en sus primeros minutos.

A ratos el Girona lo pasaba mal con la marcha que subió el Barcelona, pero a ratos exhibía el fútbol combinativo que lo ha aupado a lo más alto de la clasificación liguera. y encontró una defensa completamente desencajada en una transición veloz.  Stuani bajó un balón largo ante su paisano Araujo, hacia Valery, que entró libre del marcaje de Cancelo y, solo, recortó a Koundé y marcó. Peña evitó el cuarto poco después y el Girona acabó incluso bailando al Barcelona en alguna acción, aunque Gündogan puso el 2-3 y Lewandowski tuvo el empate en un final agónico, antes de que Stuani acabase marcando su golito en un final de locos.

FICHA TÉCNICA

FC BARCELONA: Peña (2); Koundé (0), Araujo (1), Christensen (1) (Balde (2), 65’), Cancelo (1); Pedri (2) (Fermín (1), 80’), De Jong (2), Gündogan (2); Raphinha (1) (Ferran Torres (2), 65’), Lewandowski (3), Joao Félix (0) (Lamine Yamal (1), 65’)

GIRONA FC: Gazzaniga (3); Yan Couto (2) (Valery (3), 80’), Eric Garcia (2), David López (2), Blind (2), Miguel (3); Tsygankov (2) (Portu (2), 78’), Aleix Garcia (2), Iván Martín (2) (Solís (s.c.), 87’), Savinho (2); Dovbyk (3) (Stuani (3), 73’)

GOLES: 0-1, Dobvyk, 11’; 1-1, Lewandowski, 19’; 1-2, Miguel, 41’; 1-3, Valery, 36’; 2-3, Gündogan, 90'; 2-4, Stuani, 90'+5

Árbitro: Isidro Díaz de Mera (0), Comité Castellano-manchego. Tarjetas a Blind (64’), Fermín (90'+6)

ESTADIO: Olímpic Lluís Companys. 42.848 espectadores

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Guaita, un muro para el Rayo en Vallecas

El portero valenciano del Celta evita con sus extraordinarias intervenciones que los madrileños se lleven un partido que merecen ganar.


Vicente Guaita fue un muro para el Rayo en Vallecas (0-0). El portero valenciano de un Celta en puestos de descenso evitó con sus extraordinarias intervenciones que los madrileños se llevaran un partido que merecieron ganar por juego y ocasiones. El punto les sabe a gloria a los de Rafa Benítez, aunque ya encadenan 12 jornadas sin conocer la victoria en LaLiga EA Sports.

El Celta salió muy metido atrás, lo que aprovechó el Rayo para tomar rápidamente el mando del encuentro y empezar a generar peligro ante la portería defendida por Guaita. En el minuto 10, el colegiado catalán García Verdura anuló un gol a Lejeune por un fuera de juego previo de Raúl de Tomás, que regresó a la titularidad después de tres partidos ligueros sin jugar.

Apenas un minuto más tarde, el Celta de Rafa Benítez, que apostó de inicio por el griego Douvikas en detrimento de Iago Aspas, tuvo su primera ocasión en un remate de Luca de la Torre que sacó Dimitrievski.  Aunque más clara fue la oportunidad de Renato Tapia en el 18', pero el peruano le pegó sin ninguna convicción al balón en una inmejorable acción para haber adelantado en el marcador a los vigueses.

El buen hacer del meta visitante, Vicente Guaita, impidió que el Rayo se marchara al descanso con ventaja en el tanteador,  sobre todo al neutralizar un imponente testarazo de Raúl de Tomás al filo del descanso.

La primera parte terminó con los madrileños, bastante superiores en posesión de balón y llegadas al área, reclamando una pena máxima del central Unai Núñez que quedó en nada ya que el balón le pegó en la espalda y no en la mano, como reclamaba Vallecas.

En el comienzo de la segunda mitad, Guaita volvió a cobrar protagonismo tras despejar con acierto un remate del incansable Isi Palazón, que tampoco terminó de materializar otra excelente ocasión que le llegó pocos minutos después ante un Celta que no lograba hacer frente a la presión e intensidad de los franjirrojos.

El imbatible Guaita volvió a agigantarse en Vallecas tras un nuevo remate de Raúl de Tomás que salvó milagrosamente el portero valenciano en el minuto 69 al sacar in extremis el balón, que terminó impactando en el poste.

Ni con la entrada al campo de Cervi, Fran Beltrán, Aspas y Dotor, el Celta encontró la claridad ni la 'pólvora' suficiente para hacer daño a un Rayo que hizo más méritos que los vigueses, salvados por un extraordinario Guaita.



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