Lopetegui salva el ‘match ball’ ante el Espanyol

El Sevilla logra su primera victoria del curso contra un Espanyol endeble atrás


Julen Lopetegui, que llegaba con el agua al cuello después de un pésimo inicio de campaña -cuatro derrotas y un empate en cinco partidos-, salvó el 'match ball' que suponía su visita al RCDE Stadium, donde el Sevilla se impuso (2-3) a un RCD Espanyol que se mostró muy endeble atrás y que sigue sin sumar en su feudo este curso. Los goles de Joselu y Braithwaite, el segundo del danés en dos partidos como perico, no fueron suficientes para levantar el 0-3 que pusieron en 45' Erik Lamela y José Ángel Carmona, que se estrenó como goleador en Primera División con un doblete que el canterano tardará en olvidar.

Diego Martínez dio continuidad al bloque que se impuso en San Mamés, con la única novedad de Sergi Gómez por el tocado Calero. Por su parte, Lopetegui realizó hasta seis modificaciones respecto al equipo que cayó por 0-4 ante el City. El joven Kike Salas, de solo 20 años, hizo su debut oficial con el primer equipo, cayéndose del once Tanguy Nianzou, fichado este verano por 16 millones de euros. Mensaje claro del técnico de Asteasu, que dejó en el banquillo a varios pesos pesados. Entre ellos, sus dos capitanes, Jesús Navas y Rakitic, que el pasado miércoles se reunieron con el presidente, José Castro, el director deportivo Monchi, y el director y subdirector general, José María Cruz y Jesús Arroyo, para pulsar el ambiente del vestuario sevillista después de uno de los peores arranques ligueros de la historia del club.

No pudo salirle mejor la jugada al seleccionador nacional, que vio como antes de cumplirse el primer minuto de partido los suyos ya se habían adelantado gracias a un gol de Lamela, que superó en carrera a Cabrera y coló el balón por entre las piernas de Álvaro Fernández, que encajó su primer gol como perico. No tardó en reaccionar el Espanyol con un triple intento de Edu Expósito y Braithwaite, por partida doble, que repelió la zaga hispalense y que encendió a la grada de Cornellà-El Prat, quejosa por las constantes pérdidas de tiempo de Bono desde el primer minuto.

Pero fue el Sevilla el que tiró de pegada y, en el 26’, dobló su ventaja a la salida de un córner. Álvaro sacó como pudo el primer cabezazo de En-Nesyri y Carmona, titular en el lateral derecho por delante de Navas y Montiel y asistente en el 0-1, aprovechó el rechace del riojano para inaugurar su cuenta goleadora con el primer equipo en su sexto partido oficial con los ‘mayores’. El Espanyol pudo recortar distancias por medio de Joselu, pero el ‘9’ espanyolista no estuvo acertado y remató primero contra el poste y después fuera.

Regalo de Cabrera
El que no falló fue Carmona, que aprovechó un regalo de Cabrera para hacer el 0-3 y firmar así un doblete de ensueño poco habitual para un zaguero. Un penalti por mano de Acuña que convirtió Joselu al filo del descanso dio algo de esperanza a los locales de cara al segundo tiempo y una vez transcurridos los primeros 15’ de la reanudación, Diego Martínez dio entrada a Dani Gómez, pasando a un 4-4-2 con el ex del Levante y Puado en las alas y arriba Joselu y Braithwaite, que 'mojó' por segunda jornada consecutiva tras un buen centro de Óscar Gil desde la derecha.

Sufría el Sevilla ante un conjunto blanquiazul envalentonado por su hinchada, que alentaba a los suyos al grito de “¡Sí, se puede!”. Lopetegui se cubrió las espaldas dando entrada a Nianzou y Rekik, dos centrales, y pasó a defensa de cinco con el objetivo de adormecer el encuentro. El Espanyol, que jugó los últimos minutos con uno más por expulsión de Lamela, lo intentó de chilena, desde lejos, con centros laterales… Pero el empate terminó por no llegar y los pericos siguen con el casillero a cero como locales este curso.



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El Atlético más contundente se da un homenaje ante el Celta

- Revolucionario once de Simeone en el Atlético de Madrid, con la baja de Oblak de última hora.
 - El Atlético tiró de contundencia para golear a un Celta que tuvo muchas ocasiones pero poca pólvora.


En estos más de diez años al frente del Atlético de Madrid, una de las líneas argumentales de Diego Pablo Simeone, para analizar no pocos partidos, ha tenido que ver con la contundencia. Como si fuese una suerte de juez supremo del fútbol, marca el destino de partidos en los que no necesariamente tienes que tener más balón que tu rival, más ocasiones o mejor juego. La contundencia es inmisericorde y dilucida quién se lleva la mano y la partida.

Y en este caso se la llevó un Atlético contundente ante un Celta que por momentos del partido tuvo más posesión, más peligro -13 remates por los 10 del Atlético-, etc pero que se encontró con un rival que le dio cuatro manotazos en los momentos clave del choque, para llevarse los tres puntos. No hace mucho, el propio Simeone filosofaba sobre este asunto, sobre los defensores de la posesión por encima de todo. Tener el balón es importante, pero saber qué hacer con él, más.

Y el equipo rojiblanco lo supo en todo momento. Marcó en los momentos clave del choque, un gol nada más arrancar cada parte. Y lo redondeó con un golazo de Carrasco, que firmó con una preciosidad una jugada coral desde la defensa propia hasta el ataque rival, y una maravilla final de Cunha.

Simeone, pensando en los tres partidos que el equipo rojiblanco tiene esta semana (Celta, Bayer y Real Madrid), revolucionó el once inicial con un buen número de cambios. Algunos obligados, como el de Oblak, que se cayó a última hora por el golpe sufrido en San Sebastián. El esloveno, aunque forzó para estar en Champions, se resintió y tuvo que jugar Grbic, que se marcó un partidazo ante el Celta. El croata evitó que su equipo tuviese que remar a la contra desde el inicio. Mucho mérito.

El equipo colchonero venía de las dudas, en cuanto al juego, que se habían generado por el partido ante el Porto de Liga de Campeones. Ya decimos, desde la imagen de los rojiblancos, no desde el resultado final, que fue una victoria ‘in extremis’ del Atlético. Sin embargo, los de Simeone han comenzado la temporada sin ser capaces de controlar una parte importante de sus partidos y por ahí llegan los sufrimientos. A la vista de lo sucedido en el Metropolitano, el Atlético volvió a demostrar que no necesita dominar los partidos para ganarlos. Lo de la contundencia, ya saben.

El Atlético de Madrid-Celta de Vigo comenzó como una auténtica película de acción. No dio casi tiempo a que los espectadores se sentase, cuando ya había un puñado de ocasiones, una para cada equipo. Un disparo de Carrasco en el área, pero sobre todo un mano a mano de Larsen que Grbic le ganó aguantándole y acto seguido, una de reflejos a un cabezazo franco de Hugo Mallo, que el croata se sacó de encima con gran pericia.

El choque tenía un ritmo muy alto con alternativas y un Atlético algo impreciso en defensa. Sin embargo, los de Simeone golpeaban primero. La banda derecha, muy albiceleste en la noche de este sábado 10 de septiembre, se unía para acabar con un pase sin mirar de De Paul al desmarque de un Correa que cruzaba un disparo potente que se mecía en la red de Marchesín.

El Celta no se venía abajo y daba muestras de estar muy vivo, sobre todo gracias a los fallos defensivos del propio Atlético. Una mala cesión de Hermoso iba a los pies de un Iago Aspas que ni se lo pensaba, zapatazo desde la frontal que casi rompía el poste de Grbic. El resto de la primera mitad fue más celeste que rojiblanco, a los de Simeone les costaba profundizar y el equipo de Coudet acumulaba ocasiones, especialmente en las botas de un Larsen que fue un problema por su envergadura y movilidad para los colchoneros. Algo parecido a lo de hace una semana en San Sebastián con Sadiq.

GOLAZO DE CARRASCO
Simeone metía a Koke tras el descanso, en lugar de Lemar. Desde el gol inicial rojiblanco, el Atlético había perdido el mando en el centro del campo. Y el segundo acto comenzaba exactamente como la primera. Con un disparo de los rojiblancos, que se convertía en el 2-0. Una jugada en la frontal, en la que Carrasco encontraba a De Paul en el balcón del área, éste disparaba con el interior del pie para darle arco hacia el palo más lejano, el balón tocaba en un defensa del Celta que cambiaba la trayectoria y a la red.

Los cambios -también entraron Griezmann y Joao Félix- le dieron al Atlético esa fiabilidad en la zona medular de la que había carecido. Y por ahí llegaba el tercer gol de la noche. Una jugada colectiva que comenzó casi en el área propia y en la que tocaron Koke, Kondogbia… hasta llegar a un Carrasco que arrancó apretó el botón del nitro con destino a la portería, para recortar al último defensa y fusilar a Marchesín.

El partido parecía acabado pero el Celta, que en el fondo llevaba toda la noche haciendo lo mismo, se volcó en la portería de Grbic. Y encontró su premio a los 71 minutos, el recién ingresado Veiga reducía diferencias con un disparo desde el pico del área pequeña en una acción en la que el meta Croata quizás podría haber hecho más.

Pintaba a un final con apuros para los de Simeone, pero nada de eso porque Cunha se sumaba a la fiesta con una conducción desde su propio campo, con un último autopase sublime para superar al último defensor celtista, y acabar con un intento de pase a Joao Félix que tocaba en Unai Núñez para meterse en la portería.



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Los jóvenes hacen olvidar a Benzema goleando al Mallorca

- Un golazo de Valverde y otro de Vinicius en el tramo final lograron darle la vuelta a un partido que se complicó después de que el conjunto balear se adelantara
 - Rodrygo y Rüdiger cerraron la cuenta de un partido que, pese al marcador, fue complicado para los de Ancelotti dado la buena impresión del rival


Haciendo que lo difícil parezca fácil. Así ganó el Real Madrid en su partido dominical de horario extraño ante el Mallorca pues tuvo que remontar el tanto inicial de los baleares que de primeras complicaron las cosas. Sin embargo, un zapatazo de Valverde abrió el camino que siguieron Vinicius, Rodrygo y Rüdiger para seguir con la racha impoluta antes del derbi. Y todo ello sin Benzema.

Cuesta arriba se juega mejor
Ancelotti cocinó un once al que le faltaba algo de picante. Sin Modric, por la rotación, y sin Benzema, por las circunstancias, el italiano dio aire a su equipo con caras nuevas. Las más llamativas, las de Rüdiger, Lucas y Ceballos. El utrerano fue el encargado de dirigir al equipo. Y lo hizo bien. Aunque volvió a demostrar que sigue en esa tierra de nadie tan confusa: es el más titular de los suplentes pero el más suplente de los titulares.

Con todo ello, el Madrid frenó el arreón inicial de un Mallorca valiente y se puso a buscar el gol. Pero no lo encontró. Quizás porque solo probó con disparos tímidos a veces entre palos y otras ni eso. No hubo centros laterales, ni jugadas trenzadas ni genialidades espontáneas. Y en ese escenario de querer y no poder, donde todos los rivales son peligrosos, el Mallorca encontró el hueco para pellizcar primero.

Ocurrió en una jugada a balón parado en la que la pareja Kang-In-Lee -  Muriqi, confirmada ya como la más carismática de LaLiga, conectaron con un centro lateral del coreano y un remate inapelable del kosovar para adelantar a los suyos y soltar la bomba en el Bernabéu en el 35' de partido.

Pero diez minutos más tarde, al filo del descanso, llegó la jugada del partido. Obra de Fede Valverde. El uruguayo agarró el balón en su propio campo, avanzó pegado a él superando a varios rivales y cuando llegó al balcón del área, le azotó con la izquierda para ponerla en la escuadra. Un golazo. Fue un Pajarito, fue un avión, fue Fede Valverde: el superhéroe que quieren todos los equipos. Difícil calibrar lo que costaría en el mercado.

Ya en el segundo plato del partido, el Madrid siguió donde lo había dejado, en lo de remontar. El Mallorca, por su parte, se achicaba en su campo tratando de coger aire con balones largos al estandarte Muriqi que eran soluciones momentáneas para problemas constantes. Aquello de afrontar una inundación con vasos de chupito.

Hasta que pasó lo que parecía que iba a pasar pero que nadie sabía cómo iba a pasar. Solo los brasileños. Primero Vinicius, que tras una jugada de Rodrygo se plantó en el área y en dos toques, control y tiro, batió a Rajkovic poniendo el 2-1 a quince minutos del final. Y después el propio Rodrygo en una aventura personal que salió a la perfección. Dos regates, un recorte y disparo cruzado para el 3-1. Otra vez los brasileños al rescate.

A partir de ahí, el Madrid nunca abandonó la sensación de tranquilidad al tener el partido controlado y sabiéndose superior e incluso puso la guinda con el estreno goleador de Rüdiger en la última jugada del partido. En conclusión, cinco partidos de Liga, cinco victorias. Y el estado de felicidad que no se marcha del Paseo de la Castellana.



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Pesadilla en Getafe para la Real: derrota y lesión de Sadiq

El gol de Brais con 2-0 dio esperanzas a una Real muy errática y lenta en la primera  parte, pero Merino cabeceó al larguero al final


De la gloria al infierno en tres días. Del 'Teatro de los Sueños' de Manchester al 'Patio de las Pesadillas' de Getafe.  Todo fue un desastre para la Real en el Coliseum y, aún más dolorosa que su primera derrota fuera fue la lesión, en apariencia gravísima, de su fichaje estrella,  Sadiq Umar.   Con la caraja, mal colocada y devorada por la dureza de su rival al inicio, su reacción con 2-0 se estrelló con el larguero, que es donde envió su cabezazo Merino en un córner.   Hasta la fortuna dio la espalda a los txuri urdin en su tarde más errática, en la que regaló dos goles por fallos más extraños que graves. El Sur de Madrid volvió a ser su agujero negro tras tocar el cielo.

Se intuía que Imanol iba a introducir cambios en su 'once' tras el gran esfuerzo del jueves en Manchester, pero sólo fueron cuatro. Otorgó la primera titularidad del curso a Sola y Turrientes, que entraron por Gorosabel y Brais, devolvió a Zubeldia al eje de la zaga en detrimento de Aritz,  introdujo a Kubo en el habitual lugar de Silva y dispuso a los dos 'bichos' en ataque: Sadiq y un Sorloth que también fue novedad en el 'once'.  En el Getafe, Quique Flores se puso el traje de la prudencia y alineó un sistema de contención con tres centrales y dos pivotes defensivos.

Remiro para un penalti
La Real venía de firmar la proeza de ganar el Old Trafford y mentalmente no retornó de la isla británica hasta casi el minuto 20 del Coliseum. Un Getafe con mucha mayor hambre, una enorme agresividad y una presión muy adelantada metió a los guipuzcoanos -vestidos con una extraña combinación de zamarra negra y pantalón blanco- en su área. Halló un filón por su flanco derecho. Un cabezazo hacia su propia portería de Sola provocó que el balón se paseara delante del portal de Remiro y otro esférico, en apariencia inofensivo, desde la diestra no pudo ser atajado por Remiro, circunstancia aprovechada por  Mayoral para rebañarlo y dejarse caer ante la entrada de Pacheco. El árbitro sólo vio penalti cuando revisó la acción en el monitor, a instancias del VAR. Y eso que las imágenes no evidenciaban ni la existencia ni la intensidad del supuesto contacto. Tiró mordido Mayoral y paró Remiro, que se resarció de su pifia.

La pena máxima detenida tuvo la virtud de espolear a una Real que por fin comenzó a mimar el cuero, con Zubimendi ya anclado entre los centrales y Merino más retrasado, a encontrar por dentro a Kubo y a hallar cierta profundidad con Sola. El donostiarra casi marca con la zurda tras su paseo en horizontal por la frontal del área.

Gol de Ünal en el 49'
El encuentro se equilibró y cobró un tono tétrico con la lesión de Sadiq Umar, cuya rodilla derecha se retorció al ir a presionar a Gastón. Salió Cho, lo intentó Sorloth de disparo seco desde la frontal y, cuando todo apuntaba a un descanso sin goles, Turrientes impactó el cuero con el brazo al tratar de acomodárselo y Enes Ünal sancionó la novatada clavando el cuero en la escuadra en un impecable libre directo.  Era el 49', el cuarto minuto de los cuatro de prolongación. Imposible concebir un primer tiempo peor en todos los sentidos para una Real muy lenta y previsible con el balón.

El inicio de la segunda parte fue frenético,  desatado, con zarpazos en ambas porterías. Cayó  Sola a plomo y Ünal aprovechó el socavón de la derecha para servir hacia atrás a Aleñá, que anotó de tiro cruzado. No tardó la Real en reaccionar, con protagonismo de sus tres jugadores de refresco. Silva, ya convertido en cicerone realista, abrió a la derecha, donde Cho condujo, recortó y trazó un delicioso  centro con la derecha al segundo palo, donde Brais cabeceó a la red.

Se volcó la Real y la tuvo Merino en dos ocasiones, con un cabezazo y un disparo desde la frontal atajados por Soria. Pero no duró mucho el rato de inspiración. La Real se topó con un Getafe ya metido en el último tercio de campo, que pudo sentenciar a la contra  con un chut de Ünal al palo desde el suelo y un gol de Munir, anulado por un fuera de juego al límite.

Larguero de Merino
Volvió a apretar la Real en un final del encuentro en el que acarició el empate, primero con un remate de Silva taponado por Gastón que salió por centímetros, sobre todo con un cabezazo de Merino que hizo temblar el larguero en un córner y otro testarazo de Karrikaburu a centro de Zubeldia. El Getafe trató de matar el partido con continuos  simulacros de lesiones y la Real pecó de falta de contundencia y precipitación. El jueves, otra guerra: Omonia en casa en la segunda jornada de la Europa League.



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