Mbappé no permite ni soñar a un Anoeta orgulloso

El estadio cerró el partido y la aventura Champions celebrando con alegría y orgullo el gol de Merino en el 89', con Dale Cavese incluido, y con un emotivo y unísono Txoria Txori


El PSG sentenció la eliminatoria con comodidad en Anoeta, con un merecido 1-2 con doblete de Mbappé, jugador diferencial en el cruce. Si hubiese sido txuri urdin, el equipo favorito habría sido la Real probablemente. Pero no jugó bien sólo él. El cuadro de Luis Enrique rozó la perfección técnica y táctica por momentos, lo suficiente para dominar sin problemas, y no dio opciones a la Real, que nunca estuvo cerca de pelear por remontar porque no logró clavar la presión y estuvo imprecisa con balón. Una pena, porque el ambiente, con récord histórico de asistencia incluido, fue increíble.

Becker de Barrenetxea
Imanol Alguacil disponía de prácticamente toda su ‘unidad A’ para el partido, pero no pudo alinear el once de gala total. Barrenetxea no debía estar para esos trotes aún, y dejó su lugar en la izquierda a Sheraldo Becker. Es decir, Oyarzabal en punta, y ocho cambios con respecto al sábado. Todos menos Remiro, Zubeldia y Zubimendi venían de no jugar.

Desajustes claros y Mbappé mata
El arranque no fue el esperado, ni el deseado por todos, pese al ambientazo brutal durante los himnos de Real y Champions, y dos minutos de buena tensión y presión realista. Nuno Mendes, sin ritmo, se comió un balón claro por arriba que debía aprovechar Traoré. Pero este controló mal primero, condujo mal, tardó en decidir y se chocó con Beraldo sufriendo un fuerte golpe en el codo que silenció Anoeta y puso a calentar a Aramburu. No fue nada, pero enfrió todo.

El PSG había estudiado al milímetro la presión realista en la ida, y ajustó cosas para superarla. No necesitó hacerlo a la perfección porque la actuación realista tampoco fue la de la ida, de inicio. La Real estaba muy expuesta, puede que por asumir riesgo en el reparto de espacios, pero puede también que por errores, porque las quejas de Oyarzabal o las preguntas de Merino y el propio capitán a Labaka no son habituales. Había correcciones constantes, igual que pérdidas realistas por imprecisiones o, en jerga tenística, errores no forzados. Los parisinos salían como aviones. Ubicando a Dembelé de cuarto centrocampista y jugando sin referencia arriba, y con Mbappé en la izquierda. Volvió loco a Zubeldia y Traoré, como en el gol. Pero antes ya avisó dos veces. Una rematando alto con la zurda, y otra regateando por fuera, marchándose por línea de fondo y pasando atrás a Barcola. Paradón a bocajarro de Remiro.

La Real avisó con un peligroso centro de Becker que salvó Mendes cuando Kubo iba a rematar sólo, y con un cabezazo tímido de Zubimendi en un córner. Pero el golpe sobre la mesa fue parisino, para delirio de los 2.000 desplazados. Fabián y Dembelé fijaron, y Mbappé recibió un tímido pase en largo. Controló en línea de fondo ante Zubeldia, con Traoré ya superado, con su amago casi tumba hasta al fotógrafo, y definió al palo largo con maestría. Hasta se cargó la red. Tanto Zubeldia como Traoré le dejaron demasiado espacio.

Anoeta entró en depresión por un momento. No estuvo lejos de llegar el 0-2 en una pérdida de Oyarzabal, que fue el mejor con diferencia, pero Remiro se inventó un paradón con el pie al misil de Mbappé. El partido se igualó para el cuarto de hora final y Kubo lo intentó sin suerte. Regate a Mendes y zurdazo lejano cerca del palo.

Perfección con balón y espacio
Imanol mantuvo piezas y trató de ajustar la presión al descanso lanzando al central a cubrir al cuarto centrocampista, el liberado. No funcionó. El PSG mató el partido con una salida de balón perfecta, ejemplar, trabajada, pero también mejorablemente defendida. Vitinha, indetectable, lanzó a Mbappé al espacio para que este definiera a las mil maravillas por el palo corto en el mano a mano con Remiro. Antes, encadenaron pases con movimiento a uno y dos toques, con varios realistas llegando tarde y de manera blanda a su par. Jugada maestra de Luis Enrique.

Barrenetxea mejora todo
Imanol dio entrada a Barrenetxea por Becker, y la Real mejoró mucho. Una pena que no estuviera para más el donostiarra, porque su partido fue formidable, siendo el primero en hacer daño a la zaga parisina en todo el partido. Encontró la manera de generar ocasiones, que no es poco. Marcó de cabeza nada más salir en un buen remate picado tras un gran desmarque para recibir el pase filtrado de Zubimendi. Fuera de juego. Le puso un pase con la zurda con música a Oyarzabal por delante de la defensa, pero el ‘10’ no llegó. Y rompió por fuera, fijó a su marca, le encaró y pasó atrás en línea de fondo, como en Lisboa, pero el zurdazo de Turrientes lo sacó milagrosamente Donnarumma. Fue el gran aliciente de un tramo final en el que Imanol ya pensó en Granada. Quitó a Zubeldia, Zubimendi, Oyarzabal. Pero no dio entrada al fichaje más caro de la historia del club. Para reflexionar.

Se acabó la aventura. Al menos dio tiempo a hacer un último 'Dale Cavese' con orgullo, porque el camino europeo ha sido espectacular. Gol de Merino en el 89’ tras un rechace producido por un arrebato de carácter y valentía de Turrientes. Txoria Txori unísono y emotivo para acabar. Hasta pronto, Champions League, fue bonito mientras duró.



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El Real Madrid, a cuartos entre pitos y pidiendo la hora ante el Leipzig

Mal partido de los blancos que hicieron un pésimo partido.


El Real Madrid estará en los cuartos de final de la Champions. Eso sí, lo hizo entre pitos de su afición y pidiendo la hora ante un Leipzig que jugó mejor que el Real Madrid y mereció algo más, pero sus fallos ante la meta de Lunin le condenaron a decir adiós a la Champions con un empate en el Bernabéu. Los blancos hicieron valer el gol de la ida de Brahim para  pasar de ronda, pero a día de hoy, eso de ser favoritos para la Champions, mejor que lo dejen para otro momento.

El Real Madrid saltó al césped de un cerrado Bernabéu con la eliminatoria a favor ante un Leipzig del que Ancelotti no se fiaba nada. Una desconfianza que provocó que el italiano moviera hombres y su esquema para colocar a Valverde en la banda derecha. La razón, reforzar el centro del campo para, en teoría, resguardarse las espaldas juntando a Kroos, Tchouaméni, Camanvinga y el propio Valverde. Tanto se centró Ancelotti en reforzar la medular que se olvido del ataque. Arriba, Vinicius y Bellingham eran los únicos argumentos del Real Madrid frente a un Leipzig que salió apretando, achicando el campo e impidiendo la salida de balón blanca.

Ahí es donde debía aparecer el centro del campo del Real Madrid para imponerse con el balón y así, superar las líneas defensivas alemanas. Pero no En el equipo de Ancelotti no se movía nadie entre líneas, salvo Bellingham, y eso provocó que su juego fuese lento, previsible. Tampoco es que el Leipzig fuese la octava maravilla del mundo, pero al menos, le ponía más ganas, más actitud. De hecho, Sesko tuvo una gran ocasión en el minuto 10, pero se encontró con Lunin. Sin embargo, todo eso no valió de nada porque el asistente, dentro de esta moda de no pitar no vaya a ser que VAR le corrija, señaló el fuera de juego de Sesko cuando Lunin había parado el disparo del jugador del Leipzig.

Los alemanes dieron más sustos, algunos serios, a un Real Madrid que seguía pensando que el partido de ida había acabado 0-6 o similar. No jugaba a nada de nada y eso acabó por hacer explotar a la grada del Bernabéu que le dedicó una bronca de las buenas a sus jugadores en la recta final y para despedirlos cuando llegó el descanso. Lo hizo con concierto de viento en las gradas, con poco fútbol en el césped y con sólo un disparo entre los tres palos entre los dos equipos, y fue del Leipzig que, al menos le puso más ganas en la búsqueda del gol. Así, lo normal fue lo que pasó, 0-0 al descanso en una primera parte para olvidar en el Bernabéu.

Ancelotti, como no podía ser de otra manera, decidió enmendar la plana y tras el descanso, quitó a Camavinga para retrasar a Valverde y dar entrada a Rodrygo para que jugase por la derecha. Así, el italiano buscó reactivar a su equipo, pero lo cierro es que fue el Leipzig el que salió mejor en la segunda parte hasta el punto que rondó el gol. Mientras todo eso pasaba, Vinicius decidió aparecer, pero no para irse de su defensor, si no para entrar en sus guerras particulares con los rivales. Se jugó la roja en el minuto 54 por un empujón a Orban sin balón de por medio y sin venir a cuento . Acabó en una amarilla pero fue una muestra clara de lo que estaba haciendo el brasileño y todo el Madrid: cualquier cosa menos jugar a fútbol. Aunque el Madrid es el Madrid y de la nada se saca de la chistera una ocasión de gol. Así, estuvo a punto de marcar en un par de ocasiones,. A la tercera, llegó el gol. Contraataque llevado por Bellingham que vio el gran movimiento de Vinicius para ponerle el balón en el área. El brasileño no falló y marcó el 1-0 en el minuto 65. Poco pudo disfrutar el madridismo de esa ventaja porque en el minuto 68, Orban marcó el 1-1 que provocó intranquilidad a la grada merengue por lo que estaban haciendo los de Ancelotti en el césped.

Los pitos volvieron a sonar en el Bernabéu para los de Ancelotti, que lejos de reaccionar al empate alemán, estuvieron a merced de un crecido Leipzig. Los últimos minutos fueron de todo menos tranquilos en Chamartín. Aunque el Madrid pareció recomponerse, el Leipzig siguió buscando el gol que diese paso a la prórroga. Lo tuvo Olmo en la prolongación, pero su disparo se estrelló en el larguero. El pitido final fue un alivio par el Real Madrid que está en cuartos de final, pero entre pitos de la afición y pidiendo la hora ante el Leipzig.

Alineaciones
Real Madrid: Lunin; Carvajal, Rüdiger, Nacho, Mendy; Valverde, Tchouaméni, Kroos, Camavinga; Bellingham y Vinicius.

Leipzig: Gulácsi; Henrichs, Lukeba, Orbán, Raum; Olmo, Haidara, Schlaer, Simons; Sesko y Openda.

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¡Éxtasis barcelonista y a cuartos!

En plena comunión con la grada de Montjuïc y en uno de los mejores partidos de la temporada, el Barça deja KO al Nápoles con goles de Fermín, Cancelo y Lewandowski


Mágica y maravillosa noche en Montjuïc. El Barcelona vivió su mayor alegría en lo que va de temporada en un gran partido de fútbol que tuvo de todo: momentos brillantes, momentos de sufrimiento, grandes goles, sacrificio y, sobre todo, el éxtasis de una afición entregada. Los goles de Fermín y Cancelo marcaron un inicio estratosférico, acortó distancias Rrahmani, aguantó el Barcelona y renació al final con el impulso de un gran Sergi Roberto y gol de Lewandowski, para meterse en cuartos de final de la Champions.

El entrenador barcelonista había pedido que Montjuïc pareciese el Camp Nou. Y realmente lo pareció. Lleno hasta la bandera y una afición entregada, con menos turistas de lo habitual. La ‘gent blaugrana’ no falló. Estalló de alegría, acompañó al equipo en sus momentos bajos, que los hubo, y fue el jugador número doce. Así da gusto.

No dudó Xavi en mantener la apuesta por la juventud. Cubarsí fue un ‘kaiser’ en defensa y Fermín y Lamine Yamal fueron la munición con la que el conjunto barcelonista dinamitó al conjunto italiano en un arranque de partido memorable. Pero hubo varias fases en el mismo partido y, después de la energía del comienzo, el conjunto barcelonista no fue capaz de liquidar la contienda. Sin dos de sus mejores ‘peloteros’, en la enfermería, y desgastado por el esfuerzo inicial, el Barcelona dejó con vida a su rival, como ya había ocurrido en la ida.

Ya se vio en los primeros minutos que los jóvenes iban a ser protagonistas. Ei inicio fue intenso, con una salida presionante del Nápoles y un duelo ganado por Cubarsí ante Osimhen, que buscaba marcar el terreno al joven que comenzó la temporada jugando la Youth League y se encontró con que fue el jovenzuelo el que se lo marcó a él. Una pérdida de Osimhen va propició la primera ocasión del Barcelona. Y también Lamine Yamal marcó territorio, sentando a Mario Rui a la primera en lo que fue un anticipo de lo que iba a venir. Tanto él como su sustituto vivieron una pesadilla.

Sin aflojar en la que fue la puesta en escena ideal, tal vez la mejor de la temporada, Fermín chutó sin pensárselo después de una recuperación de Lamine Yamal. Y poco después el propio Fermín tuvo otra tras un pase descomunal de Cubarsí a la espalda de la defensa; se desmarcó el joven andaluz y controló, pero su remate fue forzado y salió alto.

Goleó finalmente Fermín a la tercera que tuvo. Apertura de Cubarsí a Cancelo, pase interior a Raphinha, asistencia del brasileño y remate impecable de Fermín. Pasaron solamente dos minutos hasta el siguiente estallido. En pleno ‘momentum’ barcelonista, Lamine Yamal se llevó un balón en defensa y abrió en vertical a Raphinha. El brasileño remató al poste y Cancelo recogió el rechace para marcar el segundo ante una defensa napolitana completamente desajustada.

Un inicio demoledor del Barcelona, con los jóvenes al mando y un Raphinha muy intenso, pusieron la eliminatoria muy cuesta abajo, pero entonces el equipo echó de menos a las bajas que sufre: faltó capacidad para cerrar el partido y, con muy poco, el Nápoles volvió a la pelea. Lo intentaba Kvaratskhelia, aunque topaba con un Koundé muy concentrado, y lo probaba Traoré con sus llegadas, pero el gol llegó por la banda de Cancelo, donde Di Lorenzo creaba peligro con sus subidas y conectaba con Politano.

Internada del extremo con centro al área, donde subió al remate y marcó Rrahmani. El Nápoles se metía en el partido después de un muy buen arranque barcelonista y estuvo a punto de empatar en un remata de cabeza de Di Lorenzo que Ter Stegen mandó a córner.

Ralentizado el juego y el dominio inicial azulgrana, el Nápoles pasó a dominar y así comenzó el segundo tiempo, con un Barcelona cansado e impreciso que en nada se parecía al de los primeros minutos. Tocaba apretar los dientes y esperar un rearme que iba a llegar con los cambios de Xavi.

Intentó el gol Raphinha, después de muchos minutos sin poner a prueba a Meret, que rechazó el remate de Raphinha a pase de Cancelo, que combinó acciones brillantes en ataque con acciones delirantes en defensa, como un cabezazo hacia su propia portería que provocó un lío en el área que casi supone un disgusto para Ter Stegen.

Sin que el Nápoles aprovechase el bajón del Barça para empatar, los cambios de Romeu y Sergi Roberto por Christensen y Fermín, agotados, dieron aire al equipo y Meret volvió a evitar la sentencia en nueva acción de un Raphinha y, sobre todo, en un chut lejano de Gündogan.

Jaleado por un público incansable, el Barcelona había recuperado la energía para afrontar la última fase del partido. Los cambios permitieron a Gündogan avanzar su posición y Sergi Roberto dio aire a una medular que la necesitaba, mientras era el Nápoles el que vaciaba su depósito y tomaba aire para una última carga.

Aún podía haber marcado Lamine Yamal, pero su rosca salió fuera por muy poco, mientras en la otra portería el recién entrado Lindstrom cabeceaba alto. Y apareció un gran Sergi Roberto, el de los momentazos europeos, para internarse, comibinó con un clarividente Gündogan, entró y dio el gol a Lewandowski, que tuvo el premio a su trabajo. Todo decidido pese a un último arreón del Nápoles con chut al palo.

FICHA TÉCNICA

FC BARCELONA: Ter Stegen (2); Koundé (2), Araujo (2), Cubarsí (3), Cancelo (2); Fermín (2) (Sergi Roberto (3), 60’), Christensen (1) (Oriol Romeu (1), 60’), Gündogan (2); Lamine Yamal (3), Lewandowski (2), Raphinha (3) (Joao Felix (2), 80')

SSC NAPOLI: Meret (2); Di Lorenzo (2), Rrahmani (2), Juan Jesús (0), Mario Rui (0) (Olivera (0), 64’); Anguissa (1), Lobotka (2), Traoré (3) (Raspadori (1), 78’); Politano (3) (Lindstrom (1), 64’), Osimhen (1), Kvaratskhelia (1) (Ngonge (s.c.), 92')

GOLES: 1-0, Fermín, 15’; 2-0, Cancelo, 17’; 2-1, Rrahmani, 29’; 3-1, Lewandowski, 83'

ÁRBITRO: Danny Makkelie, Países Bajos. Tarjetas a Christensen (20’), Lamine Yamal (44’), Juan Jesús (45’+2), Traoré (63’), Olivera (67’)

ESTADIO: Olímpic Lluís Companys. 50.301 espectadores

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El Atlético se gana los cuartos ante el Inter en los penaltis

En la tanda, Oblak se erigió en el héroe de los colchoneros parando dos penaltis antes de que Lautaro mandara el quinto a las nubes.


El Atlético de Madrid está en cuartos de final de la Champions. Con coraje. Con corazón. Con fútbol. Y con sufrimiento. Tras ganar al Inter 2-1, todo se decidió en los penaltis, esa suerte maldita para los colchoneros pero donde esta vez emergió la figura de Oblak para llevar el éxtasis al Metropolitano. Antes, Dimarco marcó el primero. Igualó Griezmann. Y remontó Memphis en el 87'. 

Salió el Atleti como se esperaba. A por el Inter. Presión alta, muy alta. Al hombre, espoleados por un Metropolitano que, pese a todo, volvía a creer. Y el inicio reforzó esa fe, con Lino poniendo a prueba a Sommer tras una cabalgada en solitario en el minuto 4. Paró el suizo. Se daba por hecho que ir tan arriba suponía asumir riesgos y en el 13’ lo confirmó Dumfries, tras una pérdida de Morata cerca del área rival que los italianos transformaron en una clara ocasión con un pase a la espalda de la zaga. Intervino Oblak por partida doble (de mérito la primera) para frenar al neerlandés.

El Inter logró sacudirse algo el dominio colchonero, pero la siguiente ocasión fue de Morata, que cabeceó con intención un buen centro de Hermoso. De nuevo apareció Sommer, seguro. No encontraba el camino el equipo de Inzaghi... hasta que lo encontró. Lautaro sacó a Savic de zona, se llevó el balón y desencadenó una oleada de movimientos y pases que acabó con Barella asistiendo a Dimarco, que libre de marco ejecutó a Oblak.

El Atlético se fue a la lona, pero se levantó muy rápido. A los dos minutos concretamente. Lo que tardó Koke en recoger un rechace en la frontal y ponerla al corazón del área. Despejó mal Pavard y el balón le cayó a Griezmann, que a la media vuelta no perdonó. Explotó el Metropolitano.

De ahí al descanso, sólo hubo un equipo en el campo, el Atlético. El Inter había quedado tocado y los rojiblancos se lo comían, recuperando rápido y arriba, pero sin demasiadas llegadas claras, abusando a veces de los centros laterales. Fin de la primera mitad.

La segunda comenzó igual que acabó la primera, con el Atleti mordiendo. Y llegando. Profundizó Llorente por la derecha y la puso atrás para Griezmann, que remató con su pierna menos buena abajo para que volviera a lucirse Sommer. Había encontrado el cuadro colchonero la vía para hacer daño, la de Llorente. Otro centro del madrileño acabó con Morata rematando con la espinilla, con Griezmann solo detrás. Si la llega a dejar pasar... Doblaban los rojiblancos en remates a los neroazzurros.

Lógicamente, el depósito de gasolina se iba vaciando, lo que hacía que los colchoneros tuvieran que ir eligiendo los momentos de presión. Eso permitía al Inter tener más balón, es decir, dormir el partido.

Movió el banquillo Simeone, ofensivo, metiendo a Correa y Riquelme por De Paul y Lino. Respondió Inzaghi con Acerbi y Darmian. Y un mal centro de Molina propició una contra que resolvió mal Thuram después de que Lautaro le habilitase. Vida extra para el Atlético. Memphis y Barrios, al césped.

Se rompió el partido a falta de diez minutos. No le quedaba otra al cuadro madrileño que ir con todo, aunque Barella se quedase solo ante Oblak. Resolvió mal. Metía el Atlético al Inter en su área, pero faltaba el toque final, en forma de pase o remate, para que llegase el segundo. Y cuando lo lograron, apareció la madera. Porque Memphis cazó un balón suelto para lanzar un misil que se estrelló contra el palo, con Sommer batido.

Pero le dieron otra al neerlandés, un ejercicio de paciencia del Atlético, que combinó en la frontal hasta que Koke vio al delantero. Control, giro y derechazo para igualar la eliminatoria. En el descuento, Riquelme tuvo el pase en sus botas. La mandó arriba. Prórroga.

Ahí la tuvo Thuram. Luego Memphis. Después Lautaro. Miedo, cansancio, imprecisiones... Correa amenazaba. Griezmann dijo basta en el descanso de la prórroga, cuando iba a entrar Reinildo. Lo hizo Saúl. Penaltis. Paró dos Oblak. Y Lautaro falló el quito. El Atleti, a cuartos. Éxtasis en el Metropolitano.



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