NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES .



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Autor Tema: NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES  (Leído 246429 veces)

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« Respuesta #5715 en: 13 de Diciembre de 2022, 08:04:00 08:04 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5716 en: 13 de Diciembre de 2022, 08:04:36 08:04 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5717 en: 14 de Diciembre de 2022, 15:24:42 15:24 »

Génave

Génave es un municipio y localidad de España, en la provincia de Jaén, comunidad autónoma de Andalucía, perteneciente a la comarca de Sierra de Segura y a una distancia de 147 kilómetros de la capital de provincia. Tiene una extensión superficial de 63,5 km², y una población de 593 habitantes según el INE (2021), tiene una densidad de población de  9,67 hab./km². Situado a una altitud de 823 msnm, sus coordenadas geográficas son: 38°25′48″N 2°43′59″O.

Se encuentra localizado al norte de la Sierra de Segura, en la separación entre ésta y Sierra Morena, en las estribaciones de la Sierra de Alcaraz. El municipio forma parte del parque natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas.

Historia
Los datos que poseemos sobre Génave durante la Edad Media son muy escasos. A pesar de ello, de su pasado islámico podemos barajar la hipótesis de que pudo constituir una de las numerosas aldeas o alquerías que, según los autores árabes, poblaban la Sierra de Segura. Su origen cabría relacionarlo, no sólo con los manantiales de agua que emanan de su entorno, sino también con su proximidad a zonas de pastos y a los caminos que comunicaban el Valle del Guadalimar y La Mancha. Esta posición estratégica junto a las vías que discurrían por los valles del Guadalimar y del Guadalmena determinó que entre los siglos XI y XIII, ante el avance de los ejércitos cristianos por tierras manchegas, los musulmanes emprendieran un sistemático programa de fortificación, edificando fortalezas en numerosos lugares y núcleos de población. A través de ellos se ejercía un exhaustivo control de todos los movimientos y expediciones que realizaban los ejércitos enemigos. Con este objetivo, en Génave pudo edificarse un lugar de refugio (hisn) o una torre (bury), muy semejante a otras fortalezas de la Sierra de Segura como El Cardete (Benatae) o la propia Torre de la Laguna (Génave). Esta fortificación fue enormemente transformada tras la conquista castellana.

Aunque no aparece recogido en la relación de lugares conquistados por Fernando III, este núcleo pasaría a manos cristianas entre 1235 y 1239. La ausencia de cualquier cita en las fuentes escritas confirmaría la hipótesis de que Génave, a principios del siglo XIII, sería un pequeño asentamiento rural. Tras la conquista fue entregado a la Orden de Santiago, integrándose dentro de las posesiones de la Encomienda de Segura.

Posteriores noticias aportadas por los libros de visitas de la Orden Militar de Santiago ofrecen algunos datos sobre la situación económica de Génave a finales del siglo XV. En 1475 Génave tenía arrendadas, junto con Torres de Albanchez, las rentas que producen los Diezmos, los Hornos, la Martiniega y el Yantar, por una cantidad de 129.000 maravedís. A finales del siglo XV las principales rentas eran obtenidas de la producción de trigo, cebada, centeno y escaña. Así mismo por estas fechas contaba con una población de 95 vecinos con sus respectivas familias, siete de los cuales eran considerados “Caballeros de Cuantía”.

Con respecto a su castillo, las noticias recogidas en las fuentes escritas al final de la Edad Media son ya más precisas: “ay otro lugar llamado Xenave, con otra torre muy buena que tiene dos bóvedas de cal y canto donde retraen los del lugar quando vienen los moros”. Esta torre, hoy conocida como la Tercia, pudo sustituir a la antigua fortaleza islámica y podría identificarse con la torre del homenaje de un pequeño castillo bajomedieval.

A pocos kilómetros de Génave también se localizan los restos de otra fortificación denominada torre de la Laguna o Zarracotín. En sus proximidades aún pueden verse los restos de otros muros que pudieron formar parte de la muralla que circundaba esta torre. Su estructura y técnica constructiva es muy similar a otras muchas fortalezas de la Sierra de Segura.

La pertenencia de Génave a la Encomienda de Segura de la Orden de Santiago se prolongó a lo largo de la Edad Moderna, periodo en el que obtuvo, por otra parte y durante el reinado de Felipe II, el título de villa. Lugar, primero, y villa, después, que se caracterizó en estos tiempos por ser “pueblo de mucho paso, como lo tienen dicho, desde el reino de Valencia y Murcia para el reino de Granada, Andalucía y Sevilla”. Esta caracterización como zona de tránsito no consiguió enjugar sin embargo la neta fisonomía agraria de una villa ubicada “en lugar frío a causa de estar en umbría a la falda de la sierra y cercada de monte”. Descripciones del siglo XVI definen estas superficies montuosas por la importante presencia de lentiscos, madroños, jara, romero, encinas…, por la escasa importancia de la caza (perdices, liebres y conejos fundamentalmente) así como por la utilización preferente del monte como proveedor de leñas. Todo ello se complementaba con las actividades propias de una economía agraria de subsistencia centrada en el cultivo cerealícola (trigo, cebada y centeno principalmente) y en la presencia, aunque no muy numerosa, de ganados cabríos, vacunos y lanares.

Los cronistas del momento, al referirse a Génave, lo hacían aseverando que la “gente de esta villa no es rica porque la tierra es estéril y fría”, detalle que posteriormente reafirmaban al sentenciar que todos los vecinos eran labradores y que no habían hallado entre la población a ningún hidalgo. Esta comunidad de labriegos llegó a sumar a mediados del siglo XVI la nada desdeñable cifra de 260 vecinos con sus familias, reunidos todos ellos en torno a un casco urbano conformado por unas 250 casas hechas de “tapiería de tierra y de poca altura, porque el asiento del pueblo es frío, y donde combaten muchos aires, y las coberturas que techan las dichas casas son de jaras y cabrios de pino, cortadas y traídas de la Sierra de Segura”.

Esta fisonomía urbana de Génave a mediados del siglo XVI permaneció prácticamente inmutable durante largo tiempo. A mediados del siglo XIX las casas del municipio seguían siendo “malas y algunas amenazando ruina, distribuidas en dos pequeñas plazas y varias calles mal arregladas”. En esta época Génave contaba ya con una población de 596 habitantes, dedicados, como antaño, a la agricultura cerealícola en el marco de un terreno igualmente montuoso y feraz. Trigo, centeno, cebada, escaña, garbanzos y un poco de vino y aceite constituían las producciones básicas del municipio en la segunda mitad del siglo XIX (en concreto 1.453 hectáreas se destinaban al cultivo cerealícola, 483 al olivar y 158 a viñas). A ello habría que añadir la importante presencia que seguían teniendo en Génave las superficies de pastos (2.328 hectáreas) así como las de monte (108 hectáreas).

Con estas coordenadas no es extraño que los efectos de la crisis agraria de finales del siglo XIX se dejaran sentir en Génave con especial virulencia. A las dificultades propias de una economía que seguía anclada en el marco de la subsistencia se le sumaba ahora la crítica coyuntura de la caída de precios de los cereales, de la ruina de los viñedos, del abandono de cultivos… Las salidas auspiciadas a la coyuntura depresiva se concretaron en este municipio, como ocurrió en otros tantos de la provincia, en torno al olivar. Si el siglo XIX se había caracterizado desde el punto de vista productivo por una clara hegemonía cerealícola, el siglo XX lo hará precisamente por todo lo contrario, es decir, por una progresiva pérdida de importancia de este cultivo y por un creciente y fuerte protagonismo del cultivo olivarero. En cifras de 1989 la superficie destinada al cultivo de herbáceos alcanzaba las 1.918 hectáreas, mientras que la de olivar subía hasta las 1.958 hectáreas. Frente a ello, las hectáreas de viñedo apenas si llegan a 6 mientras que las tierras destinadas a pastos permanentes se reducen a 922 hectáreas.

Esta agricolización del paisaje de Génave y la progresiva recuperación económica desde principios del siglo XX coincidió con una no menos visible recuperación demográfica. Si a mediados del siglo XIX hablábamos de 596 habitantes, en 1900 la población se había incrementado hasta los 1.259 habitantes, cifra superada sucesivamente en 1910 (1.508 habitantes), 1920 (1.672 habitantes), 1930 (2.027 habitantes) y 1940 (2.141 habitantes). Sin embargo, a partir de esta década se observará el comienzo de un nítido proceso de decrecimiento poblacional, ininterrumpido a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y que ha situado la población de derecho del municipio a la altura de 2009 en los 629 habitantes. Como en otros tantos casos, la mala coyuntura posbélica de los años cuarenta, el proceso de ruralización propio de la dictadura franquista y la falta de perspectivas se convirtieron en acicates del comienzo de un palpable proceso de emigración que terminó despoblando el municipio.

El auge demográfico de la primera mitad del siglo XX se acompañó en la década de los años treinta, desde el punto de vista social e institucional, del fenómeno del asociacionismo sindical de la mano de la FTT (UGT) y de la CNT, de la participación política activa y partidista en los tiempos de la II República y por último de la trágica experiencia de la Guerra Civil, dentro de la dinámica propia de la retaguardia republicana, al estar Génave alejado de los frentes activos de la contienda. Frente a esta movilización política y ciudadana de los años treinta, el proceso involucionista propio de la dictadura franquista no hizo sino acentuar los hábitos de comportamiento social y político de una comunidad agraria que seguía asentada en prácticas tradicionales propias del siglo XIX y que seguía teniendo la tierra como el eje referencial de la práctica totalidad de sus actividades. Y ello además en un marco de falta de libertades que permaneció incólume hasta la muerte del dictador y el inicio de la transición democrática.

Patrimonio Histórico
Castillo de la Laguna
La torre de la Laguna, llamada por otros de Zarracotín, está emplazada al norte, a tres kilómetros de Génave, en dirección hacia Sierra Morena y Ciudad Real. Durante el periodo islámico fue un enclave fundamental en la estrategia de posición avanzada tanto para emitir señales de hogueras y humos, como para albergar una guarnición que pudiese prevenir movimientos de tropas y proteger a los poblados cercanos de ataques cristianos. Antes de que el tiempo la deteriorase irreversiblemente esta torre fue un eficaz elemento defensivo por la severidad de su construcción y la solidez de sus piedras. Con planta rectangular, fue construida en tapial de argamasa. En sus proximidades aún pueden verse los restos de otros muros que pudieron formar parte de la muralla que circundaba esta torre. Su estructura y técnica constructiva es muy similar a otras muchas fortalezas de la Sierra de Segura. En 1985 este inmueble fue declarado Bien de Interés Cultural.

Torre de la Tercia
El Torreón de la Tercia, de impresionante estructura cúbica, está situado en el centro de la población. Tras la conquista cristiana la Sierra de Segura fue controlada por la Encomienda de la Orden de Santiago y tuvo que soportar “razzias” y ataques de intimidación de tropas sarracenas, por lo que éste y otros torreones actuaron de parapeto en estas escaramuzas bélicas. Esta torre, que pudo sustituir a la antigua fortaleza islámica, podría identificarse con la torre del homenaje de un pequeño castillo bajomedieval de mampostería irregular. Tiene planta cuadrada y en su interior se conservan dos estancias cubiertas con bóvedas de medio cañón apuntado. La torre fue declarada en 1985 Bien de Interés Cultural.

Iglesia de la Inmaculada Concepción
El más significativo de los bienes culturales de Génave es la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción. Se inició en el siglo XIII con la semántica propia del Gótico, en los siglos siguientes se configuró la mayor parte de la fábrica según la lexicografía artística del Renacimiento y finalizaron las obras en el siglo XVIII en estilo barroco.

Su nave es rectangular, estructurada en cinco tramos que separan arcos formeros apuntados sobre semipilares, y está cubierta con techumbre de madera de par e hilera a dos aguas. El lado derecho presenta cuatro capillas cubiertas con medio cañón. La que acoge a la patrona, la Virgen del Campo –el grupo escultórico que forman María y el Niño es del siglo XX–, tiene su acceso a través de un arco de medio punto sobre pilares con pilastras cajeadas con capiteles con ovas y dardos. En el lateral izquierdo se aloja una capilla-hornacina con arco de medio punto. El presbiterio tiene testero plano, está cubierto con medio cañón con lunetos y se accede a él a través de un arco toral de medio punto sobre pilares con entablamentos.

A los pies del templo están la torre, el coro en alto y la puerta. La torre es renacentista, construida con sillería, de base cuadrada, cuenta con huecos para campanas y se cubre a cuatro aguas. Merecen destacarse, además, sus dos portadas también renacentistas, situada una, la más valiosa, en el lado del Evangelio, y la otra a los pies. Su porche, de construcción muy posterior, es significativo en cuanto que supone la inserción de un elemento de arquitectura popular.

Otros monumentos
Junto a la iglesia se encuentra un pilar circular, en piedra, levantado en el siglo XX y rodeado de jardinería, que cuenta con pilar, piña terminal y dos tazas. Otro edificio representativo de la estética contemporánea es la casa de arquitectura ecléctica situada en una esquina de esta misma plaza. Su mampostería imita sillares y sus huecos son adintelados, están ordenados simétricamente y los complementan ornamentalmente antepechos con rejería, pilastras y frontones triangulares.

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« Respuesta #5718 en: 14 de Diciembre de 2022, 15:25:11 15:25 »

continuación...Génave

Fiestas
Amplio y lleno de peculiaridades folclóricas es el ciclo festivo de Génave, a caballo entre las tradiciones que guarda el recuerdo y las costumbres que perviven en el sentimiento colectivo de los genaveros. Han sido las luminarias, las hogueras que se han estado encendiendo en plena vía pública, el denominador común de muchas tradiciones festivas de Génave. Así, para la víspera de la Inmaculada Concepción, desde antaño se han encendido luminarias, conjugando en ellas el sentido purificador del fuego y la pureza de la concepción de María. En otros tiempos esta costumbre también se extendía a la víspera de Navidad, encendiéndose hogueras en la Nochebuena alrededor de las cuales se cantaban villancicos. Entre ambos fuegos festivos, durante los nueve días anteriores a la misa del gallo la cofradía de Ánimas celebraba los llamados “gozos”, que representaban los nueve meses de gestación previos al nacimiento de Jesucristo. En ellos se cantaban villancicos como un acto preparatorio para la Navidad.

Desde antaño la celebración de San Antón ha sido festejada en Génave por todo lo alto, como es costumbre en la cultura agrícola-festiva de los serranos. De ella aún nos quedan tradiciones como el prendido de hogueras en la noche de la víspera, en torno a las cuales desde siempre se ha bebido y comido, y los mozos y mozas casaderas han tenido oportunidad de bailar durante toda la noche danzas y alegrías que marcaban muchas veces el comienzo de un noviazgo. Curiosa y extendida por otros lugares de la geografía jiennense es la ya extinguida tradición del “marranico de San Antón”, animal que era criado y engordado por todos los genaveros y que el día de la fiesta se subastaba o rifaba entre todos los vecinos a beneficio del culto al santo abad. Perdido está también el llamado “tiro del gallo”, por el que mediante disparos de arma de fuego se sacrificaban en la mañana de la festividad de San Antón ejemplares de este ave, rey del corral doméstico, cuya sangre en un antiguo y ancestral rito venía a fecundar la tierra haciéndola propiciatoria de buenas cosechas. Propios también del día de San Antón en Génave han sido los desfiles de animales bellamente enjaezados, teniendo lugar por la tarde las carreras de caballerías, que eran montadas por los mozos “a pelo”, es decir, sin montura ni aparejos.

Otra celebración llena de peculiaridades es la de San Marcos –el 25 de abril–, cuando los genaveros van al campo siguiendo el viejo rito de “atar al diablo”, para lo cual hacen nudos con las matas de las mieses o con las retamas, dejando simbólicamente amarrado al maligno y quedando por tanto las gentes y los campos de Génave libres de él y de su maléfica influencia.

En la última semana de septiembre, entre el 23 y el 27, los genaveros festejan y honran a su patrona la Virgen del Campo, de cuya devoción y ermita ya se da noticia en las llamadas “Relaciones de Felipe II”. Durante esos días los festejos girarán en torno a los encierros de novillos bravos. Uno de los novillos será sacrificado y su carne adobada y frita, o guisada en caldereta, será repartida entre los vecinos y forasteros.

De entre el rico patrimonio etnológico de este municipio destaca la denominada Jota de Génave, que pertenece al amplio grupo de jotas serranas de la comarca de Segura, aunque en esta localidad se denota un cierto aire manchego en su música y en la interpretación de su danza. Se ejecutaba en las fiestas en la plaza del pueblo, en la romería de la Virgen del Campo y en los bailes que se organizaban en los cortijos de la zona. Se compone de paseíllo, estribillo y coplas llenas de ingenio y picaresca. Su música se produce principalmente con guitarra, acompañando los platillos el ritmo de la danza.

Gastronomía
La cocina tradicional de Génave, como la de la comarca a la que pertenece, es aún la manera habitual con la que se preparan los guisos hoy en día, no quedando relegada, como en otros lugares, al pasado, ni reservada exclusivamente a los días muy señalados en el calendario festivo. De este modo, en los tiempos de matanza se sigue preparando el “ajopringue”, también llamado “ajomarrano”, elaborado con el hígado del cerdo una vez cocido y molido, y aderezado con abundante aceite de oliva frito, pimiento rojo, tomate, ajo y perejil picados y miga de pan desmoronada, y sazonado con pimienta, clavo, matalahúva, orégano, pimentón y un poco de azafrán, todo mareado en la sartén hasta que quede una pasta sobre la que flota el aceite sobrante –de ahí su nombre–, lista para comer en caliente y untar en sopas de pan. Es el “ajopringue” el plato con el que se ha obsequiado tradicionalmente a los invitados y parientes que asisten al rito de la matanza del cerdo para participar activamente en ella. Análoga función cumple, también en la matanza, la típica y serrana “olla”, conocida como el “cocido con cardos”. Pero tal vez, de todas las viandas matanceras, sea la “morcilla blanca” la más significativa de Génave, que tiene la particularidad de no estar elaborada con la sangre del cerdo pese a llamarse morcilla, sino con los “gordos” o carne magra de éste y con carne de gallina o pavo, miga de pan, huevos batidos y especias; ingredientes que una vez hechos una sola masa son embutidos en tripas y éstas puestas a cocer en agua, colgándolas luego al oreo para dejarlas secar.

Génave cuenta también con un plato farináceo que es señero en la cocina serrana: la “gachamiga”, vianda airosa donde las tradicionales gachas toman forma sólida en una torta gracias al diestro volteo del guisandero, que obtiene de este modo una inmejorable compañera de viaje pitancero para los pimientos fritos, el chorizo, la panceta, la morcilla, los pepinos, las uvas, las cerezas y las aceitunas.

Dentro de las costumbres culinarias unidas al ciclo festivo, en Génave ha sido tradicional para San Antón que se preparara en honor del santo y en acción de gracias por la curación de algún animal de la casa, un lebrillo de “cuerva”, mezcla casi mágica de vino, azúcar, agua y frutas, cuya preparación, como un ritual, se hace en un recipiente cerámico de cuenco cónico llamado “cuervera”. En torno a las hogueras se comían y compartían las rosas o rosetas de panizo y las patatas asadas. San Antón era también la fecha propicia en la que se comenzaba a tomar el vino del terreno, al que llaman los genaveros “tempranillas”, vino que ha quedado en el olvido al haber ocupado el olivar la tierra que hasta no hace muchos años albergó las viñas de Génave. Estas viñas también proveían de los racimos de uvas que, junto a los últimos melones del verano y los caquis, se colgaban de las vigas de madera que sostenían los techos, convertidos éstos en singular despensa de viandas para el invierno.

Por San Marcos los genaveros se marchan al campo a “atar el diablo” en un viejo y ancestral rito por el que se anudan las matas de las mieses o las retamas. Entre nudo y nudo no ha de faltar tiempo para guisar una “caldereta de cordero” y dar cuenta de ella entre parientes y amigos.

El penúltimo día de las fiestas patronales de la Virgen del Campo, que se celebran entre el 23 y el 27 de septiembre, es costumbre matar un novillo y adobar su carne para luego freírla, o cocinarla en caldereta, y repartirla entre todo el vecindario en singular ágape comunitario.

En la noche de Los Santos, el primero de noviembre, se preparan las “gachas dulces con tostones”, vieja costumbre ésta arraigada en la tradición culinaria de los pueblos de Jaén.

Dentro de la gastronomía del “tapeo” Génave tiene la particularidad, junto a otros pueblos de la sierra, de no incluir la tapa en el precio de la consumición, pagándose y eligiéndose aparte entre un repertorio que en algunos establecimientos supera la veintena de especialidades. El uso y la costumbre generalizada en las provincias de Andalucía oriental, por el contrario, es que la tapa se sirva y se cobre incluida en el precio de la bebida.

Presume Génave, y la comarca en la que se encuentra inmersa, de producir el mejor aceite del mundo, y tal vez motivos no le falten para afirmarlo, pues los genaveros han sido capaces, a través de su cooperativa, de poner en marcha un singular proyecto para producir aceite por métodos que respetan la ecología de su entorno. Ello da como resultado un aceite de oliva virgen extra de inmejorables propiedades y cualidades culinarias que viene a poner de manifiesto la realidad de las bondades de la cocina natural, de tanto predicamento en estos tiempos.
   
Gentilicio:   genavero, -a
Patrón:   San Isidro Labrador
Patrona:   Virgen del Campo



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« Respuesta #5726 en: 15 de Diciembre de 2022, 14:15:56 14:15 »

La Guardia de Jaén

La Guardia de Jaén es una localidad y municipio español situado en la parte oriental de la comarca Metropolitana de Jaén, en la provincia de Jaén, comunidad autónoma de Andalucía.

Con una población de 5082 habitantes (INE 2021). Está situada a 603 msnm, ocupando una extensión de 38,43 km². Su densidad de población es de 128,31 hab./km².
Se encuentra a unos 10 km al sureste de la ciudad de Jaén y sus coordenadas geográficas son: 37°44′31″N 3°41′33″O.

Toponimia
La primera referencia al actual término de La Guardia es la de El Atlante Español de Bernardo Espinalt. Según este autor: los romanos la llamaron en primera instancia Guardia, debido a la veneración del dios Genio, «guarda de cada uno», en la ciudad.
No obstante, las referencias a La Guardia siguieron siendo Mentesa Bastia (Bastiam, Bastetana, Bastetanorum, Bastitana...) o simplemente Mentesa ya en época visigoda o incluso Montija (aunque Montija parece referirse a la Mentesa Oretana). En la época árabe La Guardia aparece como Mantïssa y Wâdi ‘Abd Allâh durante el tiempo en que fue capital de la de Cora de Yayyán.

Es en La Reconquista cuando La Guardia adquiere el topónimo de La Guardia de Jaén, debido a su papel en la defensa de la frontera castellana (por ser frontera y guardia del territorio giennense) y, en cierta manera, a su tradicional papel de defensa fronteriza de unos bandos y otros.

Símbolos

Heráldica
El inicio del expediente para el nuevo escudo, así como la bandera, de La Guardia de Jaén, fueron aprobados por la Corporación Municipal del consistorio el día 16 de mayo de 2005 e inscritos en el Registro Andaluz de Entidades Locales, tras aprobación, el 25 de octubre de 2005.910

Escudo

El Ayuntamiento de La Guardia inicia hacia 2004 las investigaciones pertinentes acerca de los actuales símbolos representativos de La Guardia. De dichas investigaciones se obtiene que el escudo —y la bandera— que en su día se adoptó está mal formado de acuerdo a la heráldica y simbología. Así pues, se inicia el expediente para realizar e inscribir los nuevos símbolos: escudo y bandera.

Los hechos y cambios fundamentales eran que a La Guardia le pertenecía un castillo en sus símbolos, identificativo de una fortaleza defensiva en lugar de simple vigía, y no una atalaya o torre, además de los colores tradicionales del municipio: azul y amarillo (colores de las armas del 1.er marqués de La Guardia ) en lugar de azul y blanco.

Bandera
Así mismo, la bandera oficial de La Guardia también cambia sus colores y diseño. Anteriormente fajada en azul y blanco con el escudo y dos llaves en el centro, ahora es fajada de azul y amarillo con el único símbolo del castillo que lleva el escudo, también en el centro.

Bandera rectangular de proporciones 2:3, formada por cinco franjas verticales en proporciones 1/8, 1/8, 1/2, 1/8 y 1/8, siendo azules las exteriores, amarillas las intermedias y azul con un castillo amarillo mazonado de sable y aclarado de azul la central.

Historia
La Guardia es una localidad rica en historia dado el número de culturas que han pasado por ella a lo largo del tiempo, desde la época romana hasta la Reconquista. La mayoría de historiadores concuerdan que su emplazamiento corresponde a la «Mentesa Bastia» de las fuentes antiguas, de Plinio (NH) y de Polibio; a la Mentesa romana y visigoda, y a la Mantißa musulmana (Ibn Hayyan, Al-Razi, Ibn Galib, Al-Muqaddasi).

Mentesa Bastia
La Guardia de Jaén, si bien en la actualidad posee un interés histórico monumental basado principalmente en el antiguo convento de Santo Domingo y su enorme y antiguo castillo, de época árabe; ostenta un papel histórico mucho más relevante derivado del prestigio del que gozó esta población ya en épocas anteriores:

Al margen de su importante papel fronterizo entre Castilla y Granada, lo que distingue a La Guardia de otras zonas fronterizas de la región es la localización de una antigua e ilustre población asentada en su ubicación actual durante siglos.
Una célebre e importante ciudad durante época romana, visigoda y gran parte de la musulmana llamada Mentesa (Bastia, Bastetanorum, Mantißa).

Ubicación de Mentesa Bastia
En este sentido, es importante destacar la clásica confusión histórica con la Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente en Ciudad Real por los autores más actuales y Santo Tomé en Jaén por otros como Flórez, Argote de Molina o Pedro Suárez), ya que ambas tuvieron obispado entre otras circunstancias similares.

Dicha confusión parte -en el caso que nos ocupa, La Guardia- de la complejidad étnica en la zona fronteriza del sudeste de la provincia de Jaén (entre las desembocaduras de los ríos Guadiana Menor y Guadalbullón). Con Túrdulos al oeste, Oretanos al norte y Bastetanos al sur, posiblemente los mentesanos (entre oretanos y bastetanos) obtuvieran su topónimo discriminante para, o bien delimitar las distintas etnias con las que compartían frontera, o bien por pertenecer a dichas etnias. En este sentido, los hallazgos arqueológicos (necrópolis Eras de San Sebastián entre otros) delatan costumbres funerarias pertenecientes a los bastetanos, a diferencia por ejemplo de Cástulo, capital de los oretanos a tan solo unos 50 km al norte de La Guardia.

La Mentesa oretana es la que menciona Ptolomeo y que Plinio, entre otros, se encarga de diferenciar de la bastetana, Mentesa Bastia, esta última, la más cercana al Jaén actual y la del tramo Viniolis-Mentesa perteneciente a la vía Acci (Guadix)-Castulo (Linares) en la Vía Augusta, como prueban algunos de los miliarios encontrados en la zona.

La Mentesa Bastitana, como la llama Céan Bermúdez, era la 32.ª y última mansión de la vía militar que bajaba desde los Pirineos a Cazlona.

Como se ha mencionado, la gran mayoría de los historiadores26 concuerdan que la Mentesa a la que se refiere Plinio (Mentesani qui est Bastuli), el cual se encarga también de diferenciarla de la Oretana y situarla en Jaén, es Mentesa Bastia, situada en La Guardia. La Bastetana del Itinerario de Antonino, la Mentesa de Livio mencionada en la guerra entre Nerón y Asdrúbal cerca de Iliturgi (Mengíbar); la Mantissa o Mentissa (también Montija) de las fuentes árabes (capital de la Cora de Yayyan) y la Mentesa a la que se refiere el arzobispo de Toledo, don Rodrigo, como arrasada por Tariq, entre otros.

Pese a ello y una vez más, su ubicación limítrofe la ha situado por algunos autores modernos -como el Centro de Investigación de la Academia de las Ciencias de Heidelberg (Alemania), el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga o la Universidad de Alcalá de Henares- en la Bética al igual que Tucci (Martos). Un hecho que habitualmente se ha asumido por motivos geográficos más que por políticos quedando habitualmente en el Conventus Carthaginense.

Línea de Tiempo

Prehistoria
Los yacimientos arqueológicos de la zona atestiguan que fue habitada unos 4000 años antes de Cristo.

Los primeros asentamientos humanos de la zona se localizan en Cueva Cabrera (en el actual camino de la Zona Recreativa «Allanadas de San Sebastián») y la Cámara Sepulcral los Corralejos o Corredor (Edad del cobre), ambos de época neolítica.

Edad Antigua

Época Íbera
La Guardia fue un importante oppidum ibérico, probablemente situado en las Eras de San Sebastián, el cual la mayoría de los investigadores, algunos de la talla de Leopoldo Torres Balbás, concuerdan en que fue la importante Mentesa Bastia o Mentesa Bastetana, 1500 años antes de Cristo.

Dicho oppidum de la antigua Mentesa, es mencionado por Plinio y fue destacamento romano de la Hispania Citerior.

En los enterramientos de dichas eras se encontraron más de 30 tumbas excavadas en la roca así como urnas cinerarias con sus ajuares, otros utensilios y diversos tipos de restos de cerámica, escudos y adornos. Dichas costumbres funerarias delatan un origen bastetano, a diferencia de por ejemplo Cástulo, capital de la Oretania, que ilustra la complejidad étnica en la zona fronteriza del sudeste de la provincia de Jaén.

Época romana
Posteriormente es ocupada —fundada según «El Atlante Español» de Bernardo Espinalt— por los romanos (Mentesa Bastetanorum), alcanzando su máxima importancia y alto estatus como municipio romano privilegiado (sigloI), tal y como demuestra su historia epigráfica. Una ciudad fuerte desde el punto de vista económico, político y social ya que, pese a la decadencia de las ciudades en la crisis del siglo III, mantendría su influencia en la zona hasta la época árabe (siglo VIII).

Con una población de «mentesanos» que llegó a alcanzar, según Ximena en «Los anales de Jaén», los 5000 habitantes, inicialmente es citada por Plinio como ciudad estipendiaria, pero en el mismo siglo i ya aparece como municipio romano (municipium) cuando se menciona al senado de la ciudad Ordo Mentesanus (ordine mentesano).

Según algunas fuentes y en una época ya más avanzada, se la denominó con el término actual de Guardia, debido a la veneración en la localidad del dios Genio, «guarda de cada uno».

El oro de sus minas en esta época, gozaba de gran popularidad dado el alto grado de calidad en cualidades tales como su pureza y finura. Este iba destinado directamente a Roma engarzando joyas de emperadores y tribunos. Una villa rica y próspera repleta de suntuosos palacios, baños públicos y templos tal y como describen los escritos de Plinio (Celeberrini Stipendiariorum) o los de Polibio y como lo confirman las inscripciones epigráficas de la zona.

También fue Ceca romana, lo cual impulsó su importancia y desarrollo en época visigoda.

Edad Media

Época Visigoda
Durante la etapa visigoda, Mentesa, o Montija, perteneció a la provincia Cartaginense ubicándose en el límite sureste entre la misma y la Bética del periodo romano, fiel a su futura tradición fronteriza. Así, era la última ciudad oretana que dividía este pueblo de los vecinos bástulos, aunque seguramente nunca perteneció a bastetanos ni estuvo bajo el control bizantino, pese a la cercanía de la frontera con estos últimos; como prueban los hechos acaecidos con el secuestro temporal del obispo Cecilio de Mentesa, mencionado en la 1.ª ley del Liber Iudiciorum y en estrecha relación con Sisebuto.

Cabecera de diócesis, era una de las tres sedes episcopales en la zona de Jaén: Mentesa (La Guardia), Beatia (Baeza) y Tucci (Martos) ya en la Bética, siendo quizá las tres poblaciones más importantes de Jaén; fue el mayor enclave de la comarca gracias a su relevancia heredada de la época romana, a la presencia bizantina en la zona y a su posición estratégica sobre el valle del Río Guadalbullón. Algunos miliarios encontrados en la zona atestiguan la ubicación del tramo Viniolis-Mentesa de la Vía Acci-Castulo en esta ciudad. Fuertemente defendida, desde Mentesa se podía controlar la Vía Augusta (Vía Hercúlea) entre otros caminos y calzadas que unían Levante con Turdetania hasta el pasado imperio de Tartesos.

Tras ser ceca romana, continuó acuñando moneda propia y llegó a ser la fábrica de moneda en la Cartaginense que más habitualmente emitía tras la capital, Toledo. Su moneda circuló por toda Hispania durante los reinados de monarcas como Recaredo, Witerico, Gundemaro, Sisebuto, Suintila, Sisenando, Egica y Witiza.

Obispado y Silla Pontifica
En la Hispania visigoda fue sede episcopal (Sede titular de Mentesa) de la iglesia católica, sufragánea de la Archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana de Carthaginense en la diócesis de Hispania.

Según Flórez, para quien la ubicación de Mentesa Bastia en La Guardia admite pocas dudas al igual que Rus Puerta; la extrema antigüedad cristiana y del obispado de Mentessa es constatada por la existencia de Prelado (heredado de los primeros varones apostólicos, visitada por San Cecilio por ejemplo) a pesar del gran número de persecuciones cristianas, y de una de las primitivas Sillas Pontificas de España a finales del siglo iii. Estos hechos son probados, entre otras circunstancias, por la antigüedad del primer obispo cuyo nombre hay constancia en la ciudad, el obispo Pardo; el cual, según Loaysa o Surio y Mendoza entre otros, era el 7.º o 4.º respectivamente, obispo más antiguo de los asistentes al Concilio de Eliberri, como demuestra el orden en las firmas del concilio.

Hospedando, según Ximena en Los anales de Jaén, una catedral con once obispos, hay constancia de que los mismos la representaron en al menos doce de los diferentes Concilios de Toledo entre los años 380 y 858. Este y el ser cabecera de diócesis, es un hecho que Rus Puerta adjudica a la Mentesa Oretana debido a la destrucción por Tariq de la villa en el siglo VIII.
Investigaciones posteriores al texto de Puerta como las del mismo Ximena Jurado o Enrique Flórez y siguientes en el siglo xx; los hallazgos arqueológicos que delatan la antigüedad y la relevancia de la Mentesa bastetana, y las referencias escritas posteriores a Mentesa (Bastia) tras su destrucción en el mismo siglo viii; demuestran que, efectivamente, era Mentesa Bastia y no la Oretana a la que se referían los hechos y la cabecera de diócesis.

Algunos de dichos obispos fueron: Juan (589, III Concilio de Toledo en 6.º lugar por delante de 50 obispos); Jacobo (5.º de los 15 en el Gundemaro - 610); Emila (no Emiliano) y Cecilio (protagonista del secuestro bizantino y Sisebuto que se menciona a continuación) no alcanzaron a asistir por diversos motivos ningún concilio pasando ya a Jacobo II, que asistió al Concilio IV, V (26.ª firma) y VI (14.ª firma), 633, 636 y 638 respectivamente; Giverico (Giberico) al VII (646) al que no pudo asistir mandando al diácono Ambrosio; Froila en el VIII (653); Uvaldefredo (IX (655) y X por medio de un Abad 656).

Parece ser que el obispo Floro (San Floro) ocupó la Silla en la mencionada toma de la ciudad por Táriq ibn Ziyad, lo cual que encajaría con su supuesto martirio por los musulmanes y la ausencia de obispos en los concilios hasta el siglo IX. No obstante, Flórez duda de este supuesto, una vez más debido a los falsos cronicones. Así, cierra el ciclo conocido de obispos mentesanos en los Concilios de Toledo, Abilonso, ya en el 858.

Cecilio de Mentesa
La importancia del Prelado de Mentesa (La Guardia de Jaén) en época visigoda, quizá por su ubicación fronteriza a la vez que por su comunidad judía, se pone de manifiesto también en la relación de Cecilio de Mentesa con el rey Sisebuto, de carácter marcadamente cesaropapista. Dicho carácter, es quizá la causa de que el monarca, «instruido y piadoso», dirigiera la primera ley del Liber Iudiciorum a tres obispos: Cecilio, Agapio de Tucci y de Córdoba, entre otros sacerdotes y jueces. Así mismo, la estrecha correspondencia que mantenía con el obispo mentesano, indica el interés del rey hacia Cecilio -o su jurisdicción- como demuestran los hechos de su secuestro.

El secuestro de Cecilio de Mentesa; mediación entre Cesáreo y Sisebuto
Según la mayoría de los autores a diferencia de José Orlandis; Cecilio en algún momento de su obispado, decide abandonar sus quehaceres pastorales para retirarse a un monasterio en el que acaba siendo Abad. Ya sea por propia iniciativa o por solicitud de Sisebuto, Cecilio le envía una carta explicándole los motivos de su retiro.

Sisebuto le contesta inmediatamente y le hace responsable de todo mal que acontezca en la zona por abandonar el pastor sus ovejas. Sea como fuere, Cecilio no vuelve aún a la Silla y poco tiempo después, Sisebuto acaba por llamarlo a su presencia para amonestarlo y avergonzarlo públicamente por su actitud, ordenándole además que vuelva a sus obligaciones para con sus fieles.

Según los autores mencionados anteriormente; en el viaje de regreso a Mentesa, el obispo es hecho prisionero por los soldados imperiales del patricio Cesáreo, que, ya sea por intenciones reales de paz o por necesidades bélicas (inmerso en dos frentes bélicos distintos, ávaros y visigodos), se apresura a ponerlo en libertad y lo insta a ejercer de mediador con una carta para Sisebuto que lleva a Toledo.

Parece ser que Cecilio regresa a Mentesa junto con un tal Ansemundo. Este se encarga de llevar la respuesta del rey al caudillo bizantino, dando lugar así al inicio de las negociaciones de paz entre bizantinos y visigodos.
Sería entonces cuando, según la versión de José Orlandis, el obispo de Mentesa recibiría la amonestación de Sisebuto por retirarse al monasterio aduciendo motivos de salud. Motivos que, según este autor, estarían causados por la impronta negativa que el cautiverio dejó en el obispo.

En cualquier caso y posteriormente, de Cecilio de Mentesa sólo se sabe que en el año 615 deja su obispado y le sucede Jacobo II.

En el 715, Mentessa tras ser, en palabras literales del arzobispo don Rodrigo, totalmente arruinada por Tariq en su marcha hacia Toledo, deja de ser sede episcopal y comienza el declive de la influencia mentesana.

Época árabe
Todas las fuentes árabes coinciden en que Mantisa ([Mantißa]) era una antigua ciudad, alta y fuerte, situada sobre buenas vegas de tierra muy fértil para cualquier cultivo y que poseía agua en abundancia.
Desde el punto de vista militar, era un bastión defensivo prácticamente inexpugnable, dada su ubicación coronando un promontorio (Cerro de San Marcos) y las sólidas defensas que poseía. Este hecho la convirtió en una posición estratégica muy importante, agravada a su vez por su estatus de etapa en la calzada que unía Acci (Guadix) a Cástulo y Aurgi (Jaén).

Esta relevancia se ve ilustrada en la Primera Crónica General cuando se menciona que Táriq ibn Ziyad, en la ocupación de la Península en el 711, dirigió su ejército expedicionario por dicha calzada romana, que iba desde Astigi (Écija) a Toledo, a través de Mentesa, tomándola y arrasándola por completo. Si bien ocurrió así, no fue destruida por completo ya que durante este siglo VIII sigue habiendo referencias a la misma.


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5727 en: 15 de Diciembre de 2022, 14:16:35 14:16 »

continuación ... La Guardia de Jáen

Capital de la Cora de Yayyan
Ya en plena época de dominación árabe, Mantissa, la que según los autores árabes era una de las ciudades más antiguas de la Cora de Yayyan, adquiere de nuevo gran importancia al convertirse en capital de la misma (Wâdi ‘Abd Allâh). De hecho, «Guadualla» (también «Guadaandalla»), palabra que deriva de la pronunciación árabe, es una antigua finca en el término municipal de La Guardia, en las inmediaciones cercanas al «Caserío de Fontanares».

Hacia el año 741 cuando yunds sirios penetran en la península, en su término se asientan los clanes árabes de los Uqaylíes y Asadíes, descendientes del gobernador favorecido por Abderramán I de la kura de Yayyan, Al-Husayn, y que forman una minoría aristocrática gobernante frente al resto de la población indígena de la provincia jiennense.
Así, la hegemonía de la ciudad se consolida con la instalación en ella de las personalidades que tenían en poder y recobra parte de la influencia perdida con las primeras etapas de la ocupación árabe.

Pero la mezcla de clanes, las promesas de guerra, rencillas y venganzas, dan lugar a una etapa de enfrentamientos y belicismos internos. Es entonces cuando, según algunas fuentes, Táriq ibn Ziyad reconstruye y establece en realidad las primeras estructuras defensivas de su castillo; un emplazamiento que se vería abocado a soportar numerosos conflictos bélicos entre estos clanes árabes.

Ya en el siglo IX, en las crónicas de las sublevaciones muladíes dirigidas por el rebelde Umar B. Hafsun, se cita en varias ocasiones a La Guardia. Aunque descrita como una medina, las circunstancias posteriores la transformaron en una fortificación  debido al estado de guerra al que la sometió un descendiente de Al-Husayn, que guareció el cerro sobre el que se asentaba y se mantuvo independiente hasta ser desalojado por Abderramán III en el 913.

Sometida finalmente junto Sumuntan y el hisn cercano a Martos, Muntilun, a partir de entonces, Mantïssa prácticamente desaparece de las fuentes y deja su lugar a la vecina Jaén.

Estas situaciones y los cambios en la división administrativa posteriores durante los primeros siglos de la era musulmana, desencadenaron en el traslado final de la capital a Jaén en el Emirato de Córdoba de Abderramán II y con ello su etapa de declive definitivo.

La Reconquista
En 1244 Fernando III «El Santo» la conquista siendo desde esta fecha, intermitentemente, mora y cristiana hasta la caída de Granada.

De nuevo, La Guardia cobra gran importancia estratégica en la zona pues se convierte, una vez más, en un bastión defensivo fundamental para la defensa de Castilla en el valle del río Guadalbullón, desde el que se hace frente a las incursiones moras desde el Reino de Granada.

Durante los siguientes dos siglos y como consecuencia de los pactos de Fernando III y Muhammad I en las Capitulaciones de Jaén, la frontera nazarí quedaría establecida prácticamente en las murallas del castillo de La Guardia, entre la falda del Cerro San Cristóbal y la edificación defensiva. Así, La Guardia hace honor una vez más a su topónimo actual quedando emplazada junto con la vecina Pegalajar a guardar ese flanco de la frontera castellana hasta la Conquista de Granada a finales del siglo XV.

La historia bélica de La Guardia queda reflejada también en esta época en los romances fronterizos. Ejemplo de ello es uno de los muchos dedicados al siempre combativo obispo de Jaén Gonzalo de Zúñiga (más conocido como de Estúñiga), el Romance del Obispo don Gonzalo. Narra la batalla entre moros y cristianos ocurrida a las espaldas de La Guardia y su castillo, en la falda del cerro San Cristóbal, según Molina y Jurado68 el 17 de enero de 1425, día de San Antón cuando el obispo fue recibido por el señor de La Guardia, Rodrigo Mesía Carrillo, para combatir a los moros que a La Guardia habían llegado.

Con la Conquista de Granada y la pérdida del valor de La Guardia como posición estratégica y defensiva, comienza su etapa de paz mientras se sumerge en la Edad Moderna, a la vez que desaparece definitivamente su relevancia en la zona.

Edad Moderna
En los albores de la Edad Moderna, La Guardia aparece hacia 1340 (testamento) como propiedad de don Lope Díaz de Baeza, también llamado Lope Ruíz de Baeza y Haro, ricohombre de Castilla hijo de don Juan Ruíz de Baeza (señor de La Guardia y Bailén Juan Rodríguez de Baeza, señor de Campos e Bailen y descendiente de Lope López el Chico), quien establece mayorazgo en ella. El mayorazgo se mantiene hasta el desenlace de la Primera Guerra Civil Castellana, cuando Enrique II de Trastámara despoja del título al tercer señor de La Guardia, don Lope Díaz de Baeza (también conocido como Lope Díaz de Baena y Haro) por posicionarse a favor de su hermanastro Pedro I de Castilla el Cruel. Un título que más tarde le es restituido por influencia de su suegro, el ancestro de El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, III Señor de Cañete y I de Aguilar, dado su matrimonio con Urraca Alonso Fernández de Córdoba.

Según Argote de Molina, a falta de más datos -no tiene acceso al testamento de Lope Díaz de Baeza-, el término y su castillo es cedido por el rey a Ruy González Messía (Ruy Gonçalez Mexia) al casarse con la hija de Lope Díaz (Leonor Fernández de Córdoba), ya que este último no tuvo descendencia masculina y el término era una varonía.

Se inicia así la tutela de la familia de Mexía (o Messía), cuya historia se mantendrá ligada a la de La Guardia durante muchos años más hasta la desaparición de los señoríos.

La fecha de 1566 aparece en casi todas las representaciones artísticas bien conservadas a partir del siglo XVI, por ser la fecha en que el caballero Gonzalo Messía Carrillo se hacía con el marquesado de la villa por orden de Felipe II.

Patrimonio histórico y monumental
La Guardia de Jaén, gracias a su herencia histórica y cultural, cuenta con diversos lugares y monumentos de interés cultural integrados dentro del Patrimonio Histórico Andaluz, y que pertenecen a épocas tan distintas como culturas poblaron sus tierras. Su patrimonio histórico abarca desde los primeros asentamientos humanos en el Neolítico, la Edad Antigua (íbera y romana), Edad Media y el Renacimiento, hasta prácticamente la época actual.

Está englobada en la ruta cultural Ruta de los Nazaríes. Cabe destacar, que estos espacios culturales, además de ser puntos culturales abiertos al público y de acceso gratuito, pueden ser visitados mediante «Jornadas de Puertas abiertas», en las que los viajeros y turistas realizan visitas guiadas dirigidas al público en general, a algunos de los diferentes bienes culturales con los que cuenta la localidad.

Hallazgos arqueológicos
La mayoría de los numerosos hallazgos arqueológicos de la zona se encuentran en el Museo Provincial de Jaén, gran parte de ellos datados en época íbera, lo cual convierte a La Guardia en una de los yacimientos más importantes de la provincia en este sentido. Algunos de los descubrimientos más importantes residen actualmente en distintos lugares de la geografía nacional o incluso internacional como en Alemania. La mayoría de representaciones epigráficas de época romana (M. de Góngora) se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Muchas de estas inscripciones fueron usadas en las casas de los vecinos de la localidad durante el siglo XX, y anteriormente en los edificios más relevantes como el «Convento de los Dominicos». Otros hallazgos simplemente pasaban a formar parte de colecciones particulares, se vendían o se regalaban por quienes las encontraban o por las personas de cierto poder en el municipio. Así, muchos de estos hallazgos se encuentran en lugares tan insospechados como puede ser una casa particular de Málaga (Rincón de la Victoria).
Otros en cambio fueron donados a diferentes organizaciones, en ocasiones para una mejor tutela como es el caso del Instituto de Estudios Giennenses y la «Fuente de María Magdalena del Convento de los Dominicos» sita en la Diputación Provincial de Jaén, cuyos integrantes llevaron a cabo una gran labor de investigación en la localidad a mediados del siglo pasado especialmente.

Monumentos
En su término municipal cuenta con 35 Bienes de interés cultural, tres de ellos declarados, destacando el Antiguo Convento de los Dominicos por la obra de Andrés de Vandelvira especialmente.

Antiguo Convento de Santo Domingo
Otro de sus lugares de interés cultural es el «Antiguo Convento de Santo Domingo» —dónde se emplaza actualmente la «Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción»— del cual según el contrato que la investigadora María Soledad Lázaro Damas dio a conocer y el «Tratado de Cortes de Piedra» de Alonso de Vandelvira
eran encargadas en 1542 a Andrés de Vandelvira, el arquitecto de la catedral de Jaén.Por lo tanto, es una de las muestras más destacadas del Renacimiento de la provincia y así mismo se encuadra en la ruta turística Ruta del Renacimiento.

Castillo de La Guardia de Jaén
Este castillo, que algunos historiadores han identificado como [Qal’a Hazm, Hisn al-Qal’a], concedido por Ardabasto, hijo de Witiza; es una fortaleza de considerables dimensiones que se alza imponente sobre el casco urbano actual desde cualquier perspectiva alejada de la localidad.
Desde su Torre del homenaje, una impresionante panorámica muestra Sierra Mágina, Sierra Morena y los campos de la Loma.

Construido posiblemente sobre un oppidum íbero-romano, la mayor parte de su estructura defensiva fue construida en época de Al-Ándalus, con remodelaciones posteriores, principalmente del alcázar, para servir de residencia señorial o palaciega en los siglos XV y XVI, datación de su actual configuración.2077

Plaza de Isabel II
La «Plaza de Isabel II» es otro de los enclaves culturales e históricos importantes de La Guardia en relación, sobre todo, al Renacimiento. El conjunto histórico fue construido para ilustrar la grandeza del marquesado recién concedido por Felipe II (1566) al primer marqués de La Guardia, Gonzalo Messía Carrillo de Fonseca, hijo de Rodrigo Messía Carrillo, mecenas (entre otras obras) del Palacio de La Salina (sede de la Diputación Provincial de Salamanca).

En el conjunto destaca la «Fuente de los Cinco Caños» (o de la Plaza de Isabel II) con sus 5 caños de bronce construida en el siglo XVI. Una fuente que antaño usaba el agua del antiguo manantial del que hablan escritos como los de Plinio o árabes.

En este mismo lugar también se ubica la «Fuente de María Magdalena», una fuente central rematada por una virgen sedente —representación sentada— que originariamente pertenecía al Convento de los Dominicos de La Guardia y que fue trasladada a esta plaza al convertirse La Guardia en marquesado en 1566. Dicha fuente, en la actualidad es una réplica ya que la original se halla en el patio del Palacio Provincial de Jaén, condición ésta indispensable cuando fue cedida al Instituto de Estudios Giennenses en agradecimiento a los estudios realizados en el municipio.

Para completar el conjunto de la Plaza de Isabel II, preside la zona la casa solariega edificada en 1813 por la familia de Ochoa, que dio para esta villa tan ilustres escritores como José Augusto de Ochoa y Montel y Eugenio de Ochoa, ambos hijos de Cristóbal de Ochoa y Vílchez.

Yacimientos arqueológicos
Como emplazamientos arqueológicos en la zona cabe destacar:

Cueva Cabrera
Primeros asentamientos humanos, 4.000 años antes de Cristo.

Ejido de las Eras de San Sebastián.

Barranquillo
Diferentes necrópolis íberas y romanas.

Cerro Salido y Cerro de las Covachuelas
Enterramientos antropomórficos visigodos.

Castillo de La Guardia
Donde en los años 1990, tras un proyecto de restauración, se hallaron otros enterramientos cerca de la capilla —de la Iglesia de Santa María— levantada con la remodelación del castillo para la residencia del Marquesado de Gonzalo Messía Carrillo.

Fiestas Populares

Fiestas en honor a San Sebastián
Las Fiestas en honor a San Sebastián, patrón de La Guardia, se celebran el día 20 de enero y suelen durar tres días, desde el 19 al 22 de enero.

Tradición y características
Son posiblemente las fiestas más emotivas de la localidad y las más queridas por los vecinos. Prueba de ello son las numerosas demostraciones de emoción, fervor y cariño hacia el patrón, que se dan a lo largo de los actos religiosos por parte de la gran mayoría de vecinos, quizá en especial de aquellos que emigraron hace años y regresan cada año para estar junto a los suyos y su patrón.

Orígenes
Las fiestas en honor a San Sebastián, tradicional santo protector, en La Guardia son de origen agrícola, al menos desde la Edad Moderna. La tradición consistía en sacar la imagen del santo hasta las eras (ejido) -en donde se ablentaba la paja de los cultivos de cereales y que hoy llevan su nombre- para que bendijera las cosechas.

“San Sebastián (mártir)”, tradicional santo protector por su carácter guerrero, fue un soldado cristiano martirizado por los romanos debido a sus creencias religiosas. Las salvas militares son un acto de homenaje castrense, a la vez que religioso dedicado a su martirio (una especie de fusilamiento con saetas -flechas-).

San Sebastián (mártir) fue un soldado cristiano (jefe de la guardia pretoriana) martirizado por los romanos debido a sus creencias religiosas. Las salvas o andanadas militares son un acto de homenaje castrense, a la vez que religioso dedicado a su martirio (una especie de fusilamiento con saetas -flechas-).
El hecho de que se asocie a la agricultura parece más derivado de la tradicional protección guerrera ante cualquier tipo de mal (augurios, meteorología adversa, plagas…) que una relación política (relativo a ciudad).

La Feria y Fiestas de Ntra. Sra. Divina Pastora se celebran el día 10 de agosto y suelen durar tres días, desde el 9 al 12 de agosto. Sus orígenes son relativos al mundo de la agricultura y la bendición de las cosechas y cultivos.

Feria y Fiestas de Nuestra Señora del Rosario
La festividad del día de la patrona de La Guardia, la Virgen del Rosario, se celebra en torno al primer domingo de octubre y está caracterizada por una de las tradiciones más antiguas de La Guardia (así como en muchas otras partes de la geografía española): el Canto de la Aurora o, simplemente, La Aurora.

El Canto de la Aurora
El Canto de la Aurora es una de las tradiciones religiosas más antiguas y que más profundamente sigue arraigada en La Guardia, aún hasta nuestros días, y que consiste en la llamada al rezo del «Santo Rosario» cantando las «Divinas Alabanzas de la Virgen».

Romería de San Sebastián
El tercer domingo de mayo se celebra en La Guardia la romería en honor a San Sebastián. Una romería que lleva festejándose desde hace cuatro siglos. Pasando por el paraje de «Fontanares» y la ermita del puente en la Ctra. de La Guardia a la N-323, desde los años 90 se celebra en el paraje natural, y zona recreativa, «Allanadas del Santo».

Actos religiosos
La romería comienza con el traslado de la imagen del santo hasta su ermita, ubicada en dicho paraje. Por la mañana se oficia la misa en su honor y por la tarde se procesiona al santo por todo el paraje, acompañado de los feligreses.

Romería
En esta romería, la única de La Guardia, los guardeños pasan, en ambiente festivo, una jornada de convivencia campera en un marco natural de gran belleza, que concluye al caer la noche con el regreso de los romeros a la localidad.

Gastronomía
La gastronomía de La Guardia presenta una gran variedad de sabores, texturas e ingredientes cuyo secreto reside en las reminiscencias árabes de muchas de las recetas típicas. Todo un eclecticismo culinario que se ha ido enriqueciendo a lo largo de la Historia hasta nuestros días.

Algunos platos típicos son:
«Guiñapos»: guiso realizado con tortas de trigo, almejas, boquerones, carne y diferentes verduras.
Bollo de calabaza: postre por excelencia de La Guardia. Se elabora con calabaza asada, pimentón y azúcar.
Otros platos típicos son el bacalao encebollado, los roscos fritos y el ponche de melocotón.

Gentilicio:   guardeño, -ña
Patrón:   San Sebastián
Patrona:   Virgen del Rosario



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