Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES .



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Autor Tema: NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES  (Leído 237320 veces)

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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« en: 22 de Mayo de 2024, 06:31:05 06:31 »

continuación ....... Aragón

Edad Antigua
Las aportaciones mediterráneas supusieron una actividad comercial que va a constituir un poderoso estímulo para la metalurgia del hierro, fomentando la modernización del utillaje y del armamento indígena, sustituyendo el antiguo bronce por el hierro. Hay presencia de productos fenicios, griegos y etruscos.

En el siglo VI a. C. existen seis grupos con distinta organización social: vascones, suessetanos, sedetanos, iacetanos, ilergetes y celtíberos citeriores. Son grupos iberizados con tendencia a la estabilidad, fijando su hábitat en poblados duraderos, con viviendas que evolucionan hacia modelos más perdurables y estables. Hay en Aragón muchos ejemplos, entre los que destacan Cabezo de Monleón en Caspe, Puntal de Fraga, Roquizal del Rullo o Loma de los Brunos. El tipo de organización social estuvo basado en el grupo familiar, constituido por cuatro generaciones. Sociedades autosuficientes en las que la mayor parte de la población se dedicó a actividades agrícolas y ganaderas. En el ámbito ibérico el poder fue monárquico, ejercido por un rey; existía una asamblea democrática con participación de la población masculina. Existieron diferenciaciones sociales visibles y estatutos jurídico-políticos establecidos.

Los romanos llegaron y progresaron con facilidad hacia el interior. En el reparto territorial que hizo Roma de Hispania, el actual Aragón quedó incluida en la Hispania Citerior. En el año 197 a. C., Sempronio Tuditano es el pretor de la Citerior y hubo de hacer frente a un levantamiento general en sus territorios que terminó con la derrota romana y la propia muerte de Tuditano. Ante estos hechos el Senado envió al cónsul Marco Porcio Catón con un ejército de 60.000 hombres. Los pueblos indígenas de la zona estaban sublevados, menos los ilergetes que negociaron la paz con Catón. Hubo diferentes levantamientos de los pueblos ibéricos contra los romanos, en 194 a. C. ve un levantamiento general con eliminación de la mitad del ejército romano, en 188 a. C. Manlio Acidino, pretor de la Citerior, debe enfrentarse en Calagurris con los celtíberos, en el 184 a. C. Aulo Terencio Varrón lo hizo con los suessetanos, a los que tomó la capital, Corbio.

En el siglo I a. C. Aragón fue escenario de la guerra civil para tomar el poder de Roma donde el gobernador Quinto Sertorio hizo de Osca (Huesca) la capital de todos los territorios controlados por ellos.

Ya en el siglo I, el hoy territorio aragonés pasó a formar parte de la provincia Tarraconensis y se produjo la definitiva romanización del mismo, creándose calzadas y refundándose antiguas ciudades celtíberas e íberas como Caesaraugusta (Zaragoza), Turiaso (Tarazona), Osca, (Huesca) o Bilbilis (Calatayud).

A mediados del siglo III comenzó la decadencia del Imperio romano. Entre los años 264 y 266 los francos y los alamanes, dos pueblos germánicos que pasaron por los Pirineos y llegaron hasta Tarazona, a la que saquearon. En la agonía del Imperio surgieron grupos de bandidos que se dedicaron al pillaje. El valle del Ebro fue asolado en el siglo V por varias bandas de malhechores llamados bagaudas.

Edad Media
El Palacio de la Aljafería, del siglo XI, fue residencia de los reyes hudíes de la Taifa de Saraqusta
Después de la desintegración del Imperio romano de Occidente, la zona actual de Aragón fue ocupada por los visigodos, formando el Reino visigodo.

En el año 714 los árabes llegaron a la zona central de Aragón, convirtiendo al islam las antiguas urbes romanas como Saraqusta (Zaragoza) o Wasqa (Huesca). Fue en esta época cuando se formó una importante familia muladí, los Banu Qasi (بنو قاسي), sus dominios se situaron en el valle del Ebro entre los siglos VIII y X. Después de la desaparición del califato de Córdoba a principios del siglo XI, surgió la Taifa de Zaragoza, una de las más importantes de al-Ándalus, dejando un gran legado artístico, cultural y filosófico.

El nombre de Aragón está documentado por primera vez durante la Alta Edad Media en el año 828, cuando un pequeño condado de origen franco surgió entre los ríos que llevan su nombre, el río Aragón, y su hermano el río Aragón Subordán. Aquel Condado de Aragón se vería unido al Reino de Pamplona hasta 1035, y bajo su ala crecería hasta formar dote de García Sánchez III a la muerte del rey Sancho «el Mayor» de Pamplona, en un período caracterizado por la hegemonía musulmana en casi toda la península ibérica. Bajo el reinado de Ramiro I se ampliarían fronteras con la anexión de los condados de Sobrarbe y Ribagorza (año 1044), tras haber incorporado poblaciones de la comarca histórica de las Cinco Villas.

En 1076, a la muerte de Sancho IV el de Peñalén, Aragón incorpora a sus territorios parte del reino navarro mientras que Castilla hace lo propio con la zona occidental de los antiguos dominios de Sancho el Mayor. A través de los reinados de Sancho Ramírez de Aragón y Pedro I, el reino amplía sus fronteras al sur, establece fortalezas amenazantes sobre la capital de Zaragoza en El Castellar y Juslibol y toma Huesca, que pasa a ser la nueva capital.

Así se llega al reinado de Alfonso I «el Batallador» que conquistaría las tierras llanas del valle medio del Ebro para Aragón: Ejea, Valtierra, Calatayud, Tudela y Zaragoza, la capital de la Taifa de Saraqusta. A su muerte los nobles elegirían a su hermano Ramiro II «el Monje», que dejó su vida religiosa para asumir el cetro real y perpetuar la dinastía, lo que consiguió con la unión dinástica de la Casa de Aragón con la poseedora del Condado de Barcelona en 1137, año en que la unión de ambos patrimonios daría lugar a la Corona de Aragón y agregaría las fuerzas que a su vez harían posible las conquistas del Reino de Mallorca y el Reino de Valencia. La Corona de Aragón llegaría a ser la potencia hegemónica del Mediterráneo, controlando territorios tan importantes como Sicilia o Nápoles.

La leyenda posterior hacía a la monarquía aragonesa elegible y creó una frase de coronación del rey que se perpetuaría durante siglos:

Nos, que valemos tanto como vos os hazemos nuestro Rey y Señor, con tal que nos guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, no.
El Justicia de Aragón

Esa situación se repetiría en el Compromiso de Caspe (1412), donde se evita una guerra que hubiese desmembrado la Corona de Aragón al surgir un buen puñado de aspirantes al trono, tras la muerte de Martín I «el Humano» un año después de la muerte de su primogénito, Martín «el Joven». Fernando de Antequera es el elegido, de la rama castellana de los Trastámara, pero también directamente entroncado con el rey aragonés Pedro IV «el Ceremonioso», a través de su madre Leonor de Aragón.

Aragón es ya un ente político de gran escala: la Corona, las Cortes, la Diputación del Reino y el Derecho Foral constituyen su naturaleza y su carácter. El matrimonio de Fernando II de Aragón con Isabel I de Castilla, celebrado en 1469 en Valladolid, derivó posteriormente en la unión de las coronas de Aragón y Castilla, creando las bases del Estado Moderno.

Edad Moderna
La Edad Moderna, sin embargo, presenció también las tensiones entre el poder de la Monarquía Hispánica y los establecidos en los estados forales procedentes de la evolución de las instituciones medievales, que acabaron estallando en el conflicto de las Alteraciones de Aragón de 1591.

Tras el recorte subsiguiente a las atribuciones de la Generalidad de Aragón en las Cortes de Tarazona de 1592, fundamentalmente en materia militar para evitar que pudiera ser armado frente al rey de España un ejército con los recursos y prerrogativas de la Diputación del General, el siglo XVII fue un periodo de decadencia de las instituciones propias del Reino de Aragón, que fue compensado con la labor historiográfica y de literatura jurídica que mantuvo la memoria de las peculiaridades aragonesas. Destaca en este sentido la creación en 1601 del Archivo del Reino de Aragón (en gran medida destruido durante la Guerra de la Independencia Española y los Sitios de Zaragoza junto con el Palacio de la Diputación del Reino), la continuidad del cargo de cronista de Aragón —donde habían destacado autores como Jerónimo Zurita— y sus resultados patentes en la obra de los hermanos Argensola con su Información de los sucesos de Aragón de 1590 y 1591 (de Lupercio) y Alteraciones populares de Zaragoza del año 1591 (de Bartolomé, o los Anales de Juan Costa y Jerónimo Martel, testigos presenciales y también cronistas del Reino, que fueron no obstante destruidos por la censura regia; obras todas ellas escritas para contrarrestar la versión filipina de los hechos.

Por otro lado, la Diputación del General también ejerció la censura, y ordenó quemar la Historia de las cosas sucedidas en este Reyno en seis volúmenes del castellano Antonio de Herrera porque «en dichas Crónicas se decían muchas cosas contrarias a la verdad» y se encomendó a Vicencio Blasco de Lanuza la redacción de unas Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, cuyo segundo volumen, que trataba los graves sucesos recientemente ocurridos, fue publicado en 1619, tres años antes que el primero, lo que da idea de la intención de responder a la visión de Herrera. En la misma línea, se encargó un Ceremonial y breve relación de todos los cargos y cosas ordinarias de la Diputación del Reino de Aragón, a su teniente de alcaide, Lorenzo Ibáñez de Aoiz. También se emprende en este periodo la cartografía del Reino de Aragón, encomendada al portugués Juan Bautista Lavaña. Estas dos últimas obras fueron concluidas en 1611.

Durante la Guerra de Sucesión, Aragón (al igual que el resto de territorios de la Corona: Cataluña, Valencia y Mallorca) apoyó al archiduque Carlos (de la casa de Austria) frente a Felipe V (de los Borbones). Tras la batalla de Almansa (1707), Felipe V abolió los fueros aragoneses, adoptó varias medidas centralistas y fueron anuladas todas las antiguas disposiciones políticas del reino (Decretos de Nueva Planta). Aragón se convirtió en la práctica en una provincia y su Consejo fue absorbido por el Consejo de Castilla.

Edad Contemporánea
La guerra de la Independencia, tras la intensa destrucción de la ciudad de Zaragoza, detuvo el progreso económico y retrasó de modo importante la incorporación de la capital al ritmo de la modernidad. Con la primera organización provincial de 1822 de España, Aragón contó con cuatro provincias, siendo Calatayud capital de la cuarta provincia que comprendía municipios de las actuales provincias de Zaragoza, Teruel, Soria y Guadalajara. Desapareció con la nueva abolición de la Constitución por Fernando VII. La división provincial de 1833 organizó el territorio aragonés en las tres actuales provincias.

A lo largo del siglo XIX los carlistas, que buscaron adeptos para su causa en esta tierra, ofrecieron la restauración de pasadas libertades forales del ya antiguo y desaparecido reino de Aragón. También fue en este siglo el paso de una sociedad rural a un funcionamiento industrial y urbano, llevando un éxodo masivo del campo a las ciudades más grandes de Aragón, Huesca, Zaragoza, Teruel o Calatayud, y una verdadera emigración a otras regiones cercanas, como Cataluña y Madrid.

Durante el siglo XX, la historia de Aragón ha ido pareja a la del resto del territorio español, a destacar el impulso económico «coyuntural» en la dictadura del militar Miguel Primo de Rivera (1923-1931) y del progreso en las libertades civiles e individuales, durante la Segunda República. También en junio de 1936 se presentó en las Cortes españolas el Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Aragón pero la inminente guerra civil impidió el desarrollo del proyecto autonomista.

Aragón quedó dividido por los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil. Por un lado, la zona oriental, más próxima a Cataluña y controlada por el Consejo Regional de Defensa de Aragón, leal a la República, y por otro la zona occidental, donde se ubicaban las tres capitales provinciales y bajo el control del bando sublevado nacional, habiendo una dura, cruenta y salvaje represión en las mismas y durante la contienda. En Aragón se libraron algunas de las batallas más importantes de la Guerra Civil, como la de Belchite, la de Teruel o la del Ebro. Aragón desde 1939 estuvo bajo la dictadura franquista junto con el resto de España.

Durante los años 1960 se desencadenó un éxodo y un despoblamiento de las zonas rurales hacia las zonas industriales como las capitales de provincia, otras zonas de España, además de otros países europeos. En 1964 se creó en Zaragoza uno de los llamados Polos de Desarrollo. En los años 1970 se vivió como en el resto del Estado un periodo de transición, tras la extinción del anterior régimen, con la recuperación de la normalidad democrática y la creación de un nuevo marco constitucional.

Se empezó a reclamar una autonomía política propia, para el territorio histórico aragonés; sentimiento que quedó reflejado en la histórica manifestación del 23 de abril de 1978 que reunió a más de 100 000 aragoneses por las calles de Zaragoza. Al no haber plebiscitado, en el pasado, afirmativamente un proyecto de Estatuto de autonomía (disposición transitoria segunda de la constitución) y no haciendo uso del difícil acceso a la autonomía por el artículo 151 cuyo procedimiento agravado requería, aparte de que la iniciativa del proceso autonómico siguiera los pasos del artículo 143, que fuera ratificado por tres cuartas partes de los municipios de cada una de las provincias afectadas que representasen al menos la mayoría del censo electoral, y que dicha iniciativa fuera aprobada mediante referéndum por el voto afirmativo de la mayoría absoluta de los electores de cada provincia, Aragón accedió al autogobierno por la vía lenta del artículo 143 obteniendo menor techo competencial, y menor autogestión de recursos, durante más de veinte años.

El 10 de agosto de 1982, fue aprobado por las Cortes Generales el estatuto de autonomía de Aragón, firmado por el entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, y sancionado por el rey Juan Carlos I. El 7 de mayo de 1992 una Comisión Especial de las Cortes de Aragón, elaboraba un texto reformado que fue aprobado por las Cortes de Aragón y por las Cortes Españolas. De nuevo, una pequeña reforma estatutaria en 1996 amplió el marco competencial, obligando a una definitiva revisión integral durante varios años, siendo aprobado un nuevo texto estatutario en 2007, por mayoría pero sin logar una total unanimidad. En los años 1990, la sociedad aragonesa incrementa un significativo paso cualitativo en la calidad de vida debido al progreso económico del Estado en todos los niveles.

A comienzos del siglo XXI, se establece un significativo incremento de infraestructuras como la llegada del tren de Alta Velocidad (AVE), la construcción de la nueva autovía Somport-Sagunto y el impulso de los dos aeropuertos de la comunidad autónoma, Zaragoza y Huesca-Pirineos. A su vez se acometieron grandes proyectos tecnológicos, como el Parque Tecnológico Walqa y la implantación de una red telemática por toda la comunidad.

En 2007 se reformó de nuevo el Estatuto de Autonomía de Aragón –que fue aprobado por un amplio consenso en las Cortes de Aragón al contar con el apoyo del PSOE, del PP, del PAR y de IU, mientras que CHA se abstuvo– concediendo a la comunidad autónoma el reconocimiento de nacionalidad histórica (desde la ley orgánica de 1996 de reforma del estatuto, poseía la condición de nacionalidad), se incluye un nuevo título sobre la Administración de Justicia y otro sobre derechos y deberes de los aragoneses y principios rectores de las políticas públicas, la posibilidad de creación de una agencia tributaria propia en colaboración con la estatal, también la obligación a los poderes públicos a velar para evitar trasvases de las cuencas hidrográficas como el trasvase del Ebro, entre otros muchas modificaciones del Estatuto de Autonomía.

La designación de Zaragoza como sede para la Exposición Internacional de 2008, cuyo eje temático giró en torno al agua y el desarrollo sostenible, supuso una serie de cambios y crecimiento acelerado para la comunidad autónoma. Además ese mismo año se celebraron dos aniversarios, el bicentenario de Los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica, acaecidos en 1808 y el centenario de la exposición Hispano-Francesa de 1908 que supuso como un acontecimiento moderno, para demostrar el empuje cultural y económico de Aragón y a la vez que serviría para estrechar lazos y restañar heridas con los vecinos franceses tras los acontecimientos de las Guerras Napoleónicas del siglo anterior.

Economía
Su economía tradicional perteneciente al sector primario con predominio de los cultivos cerealistas y forrajeros, apoyados por una cabaña ovina importante, se ha visto muy modificada en los últimos años por el ascenso imparable del sector industrial, de servicios y comercio, seguido del turismo. A estos efectos resulta destacable el papel de Zaragoza y su capacidad comercial y logística en el sector noreste peninsular.

El PIB de Aragón supone el 3 % del PIB total de España, situándose el PIB per cápita, en el año 2008, en 26.107 €, el quinto puesto en España, superando la media nacional y de la UE.

El Complejo PLAZA, cercano al aeropuerto zaragozano, supone el mayor centro de logística de mercancías y transporte del sur de Europa.

Sus productos tradicionales son ya conocidos a nivel internacional, destacando el ternasco de Aragón, el pan con tomate, los vinos del Somontano, el jamón de Teruel, el aceite de oliva del Bajo Aragón, el melocotón de Calanda y la almendra. Las denominaciones de origen existentes les han ayudado a abrir nuevos mercados internacionales como Japón, China o Estados Unidos además de Europa.

El futuro se perfila hacia el crecimiento del sector terciario, el mantenimiento del secundario, y la reducción paulatina del primario, al igual que la mayoría de las economías occidentales. Como actividades económicas importantes destaca el crecimiento del turismo deportivo, es decir, el conjunto de las estaciones de esquí; si bien se está desarrollando un fenómeno reciente como es el turismo cultural, donde la ciudad de Teruel se está convirtiendo en un centro de atracción a nivel nacional, gracias a su patrimonio histórico (el mudéjar aragonés, declarado Patrimonio de la Humanidad), el parque temático Dinópolis y su cercanía a Albarracín.

Organización territorial

Aragón se divide en tres provincias desde la división territorial de 1833 que son, Huesca, Teruel y Zaragoza con sus tres capitales homónimas. Cada provincia tiene una serie de comarcas entre las que se encuentran Huesca con 10 comarcas, Teruel también con 10 comarcas y Zaragoza cuenta con 16 comarcas (3 de ellas compartidas con Huesca) y a la vez estas divididas en municipios.


Cultura

Traje tradicional
Dependiendo de la zona existen distintos trajes tradicionales como son los trajes ansotano y cheso, belsetán, chistabín o fragatí. En general las diferencias entre los trajes pirenaicos y del resto de Aragón son más acusadas.

Con una clara influencia mudéjar, en algunos pueblos, el traje más popular en gran parte de Aragón se compone (con ciertas variaciones) de un pañuelo atado en la cabeza (llamado a veces cachirulo), calzones abiertos, una manta a modo de faja en la cintura y alpargatas para los hombres. Las mujeres llevan sayas anchas, un corpiño, calzón, medias caladas, mantón, delantal y alpargatas.



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