Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES .



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Autor Tema: NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES  (Leído 236741 veces)

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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« en: 14 de Mayo de 2024, 07:54:17 07:54 »

Utrera

Utrera es un municipio y una ciudad española de la provincia de Sevilla, en Andalucía. Perteneciente a la comarca agrícola de La Campiña, cuenta con una población de 51.718 habitantes (INE 2023) y es cabeza del partido judicial homónimo.
Situado a una altitud de 49 msnm; Utrera con una superficie de 651,74 km² le conlleva a tener una densidad de población de 80,86 hab./km². Sus coordenadas geográficas son: 37°10′57″N 5°46′54″O.

Utrera está integrado en la comarca de Bajo Guadalquivir, situándose a 31 kilómetros de la capital sevillana.

El centro histórico está declarado Bien de Interés Cultural en calidad de Conjunto Histórico-Artístico desde 2002. La ciudad es considerada una de las cunas históricas del flamenco, y un lugar de referencia en el origen del toro bravo, existiendo en su término municipal varias ganaderías famosas. También es destacable su cría equina, que aporta yeguadas de reconocido prestigio.

El relieve del municipio está caracterizado por la transición entre las campiñas surorientales de la provincia y el Bajo Guadalquivir. Al ser una zona transicional y debido al extenso territorio que abarca, cuenta con paisajes variados. Los llanos interiores representan la mayor parte del norte del municipio, teniendo continuidad con la llanura de Alcalá de Guadaíra. Por la zona oriental el paisaje es similar, propio de la campiña. Al sur del municipio van surgiendo los cerros y lomas del norte de las sierras meridionales, entre los que se asienta el embalse de la Torre del Águila, que recoge las aguas de los arroyos que hacia él descienden. Finalmente, por el oeste, aparecen las el paisaje marismeño propio del Bajo Guadalquivir.8 El arroyo Calzas Anchas atraviesa la ciudad de este a oeste, pasando por el centro, aunque discurre soterrado a su paso por la ciudad.

Clima
Goza de cielos despejados la mayor parte del año, que aportan una gran cantidad de horas de sol. El tipo climático de la zona es mediterráneo del tipo subtropical —también clasificado como subhúmedo mesotérmico—, y se caracteriza por veranos cálidos y secos, e inviernos húmedos y templados. La época seca, centrada en la época estival, suele durar más de cuatro meses. El 71% de las lluvias del año se producen en otoño.

La temperatura media anual de la zona es de 17,5 °C. Las máximas absolutas tienen un promedio de 41,9 °C, siendo el mes más caluroso julio, donde se alcanza una media de 47,12 °C. Enero es el mes más frío del año, y la media de sus temperaturas mínimas absolutas es de 0,8 °C.

Los vientos predominantes durante los meses de enero y febrero son de dirección noreste. Durante el resto del año destacan los vientos del suroeste, especialmente entre los meses de mayo y agosto.

Historia

Prehistoria
No existen fuentes fiables que determinen exactamente los orígenes de la ciudad. En su obra «Convento Jurídico de Sevilla», Rodrigo Caro asegura que su fundación data del año 637 de la creación del mundo.

Dentro del término municipal de Utrera, se han encontrado numerosos restos arqueológicos: ídolos, hachas, puntas de flecha, cerámicas, así como diversos utensilios de piedra que reflejan la presencia del hombre desde tiempos prehistóricos. Es destacable el hallazgo de monumentos funerarios de la cultura megalítica, que tuvo lugar entre el Neolítico y el Eneolítico, extendiéndose hasta la Edad del Bronce —circa 2500 a. C.— y la Edad del Hierro —circa 800 a. C.—.

En el lugar conocido como La Piedra Hincada, a unos ocho kilómetros al este del núcleo urbano, se halla un gran monolito toscamente labrado, que probablemente sea un vestigio de la existencia de algún tipo de cultura megalítica. Es especialmente llamativo el yacimiento encontrado en la zona llamada Cruz del Gato, también conocida como Las Arcas de Troya, situada a unos mil quinientos metros del casco urbano en dirección noroeste. En 1949, se hallaron en dicho lugar una serie de losas de sílice, y con anterioridad habían aparecido algunas hachas pulimentadas. En 1950, una serie de excavaciones realizadas de manera más exhaustiva dejaron al descubierto un dolmen, o sepulcro de corredor, del que se conservaba una cámara circular de 2,70 metros de diámetro, así como un corredor que habría tenido entre 3,50 y 4,00 metros de longitud. De esta construcción se mantenía intacta una de las paredes de losas, mientras que los restos de la otra no superaba los 2,15 metros de largo. A unos cuarenta metros en dirección oeste se encontró otro dolmen de mayor tamaño. Más tarde, ambos fueron retirados de su lugar original. El primero fue completamente destruido, y el otro fue donado por el propietario al colegio Salesiano de Utrera y reconstruido en los jardines de este.

Posteriormente se realizaron una serie de excavaciones como consecuencia de la explotación de una cantera de cal. En el transcurso de éstas, se fue desvelando la existencia de una necrópolis neolítica en la zona perteneciente a un grupo humano de un tamaño significativo. Se han hallado numerosos restos humanos, además de utensilios, entre los que destacan numerosos cuchillos de sílex, raederas, hachas, restos de vasijas y un plato perfectamente conservado. Toda la cerámica encontrada en esta zona es de barro oscuro con partículas de mica brillante, y no está torneada ni presenta decoración alguna.

Edad Antigua
Hay vestigios de un intenso comercio en la zona durante el período prerromano. Los hallazgos más significativos son de origen fenicio, tartésico y turdetano.

De la época romana datan los primeros datos escritos sobre la existencia de poblaciones importantes en la zona. Estrabón, en el libro III de su Geografía, relata:

La poblaron soldados del César que fueron eméritos y veteranos.
Estrabón. Geografía (siglo I a.C.)

El Puente de Alcantarilla es una de las construcciones más destacables que se conservan de esta época. Se trata de un puente de dos ojos, por el que, según la inscripción que figuraba en el mismo, discurría la Vía Augusta que enlazaba la Bética con el norte de la península. Cercanos al puente, se alzaban dos baluartes defensivos, uno de los cuales ha sido recientemente restaurado. Está declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico desde 1931.

Dentro del actual término municipal de Utrera, existieron diferentes asentamientos: Siarum, en la zona de la Cañada, que conserva la toponimia de la época; Salpensa en el Cerro del Alcázar —cerca de la carretera de El Coronil; Alice, cerca del cortijo de Torre Alocaz; y Leptis, una fortaleza reconocida y renombrada en los tiempos de la Guerra del César.

Dentro del casco urbano se han hallado dos necrópolis romanas. La primera, en el Olivar Alto, está datada entre los siglos III y II a. C. y también cuenta con enterramientos íberos y turdetanos. La otra se halla cerca de la carretera de Los Palacios y Villafranca y cronológicamente se sitúa entre los siglos III y IV de la era cristiana. Observando estos vestigios y teniendo en cuenta que los enterramientos dentro de las poblaciones romanas estaban prohibidos por la Lex duodecim tabularum —Ley de las XII Tablas—, se confirma que el actual casco urbano de Utrera sería en época romana un campo de cultivo, rico en trigo, vid y olivos. Los pocos y discontinuos restos de construcciones encontradas debieron corresponder a casas de campo o a industrias que necesitaran del agua para su funcionamiento. Esta hipótesis está reforzada por la proximidad de estos restos al curso de agua actualmente conocido como Calzas Anchas. Esta distribución no debe ser considerada extraña, ya que en época romana esta zona era una región muy rica y estaba plagada de haciendas. La población de Hispania rozaba por entonces los seis millones de habitantes, y se concentraba especialmente en la Bética. Estrabón deja constancia de esta romanización en sus textos, cuando escribe sobre la ciudad de Baetis, posiblemente refiriéndose a Itálica:

L
os turdetanos, y sobre todo los más próximos al Betis, han adoptado por completo las costumbres romanas, renunciando a su idioma nacional y como a muchos de allos se les ha concedido el derecho del Lacio y a muchas de sus poblaciones se les ha convertido en colonias romanas, no es extraño que hoy día todos sean romanos.
Estrabón. Geografía, III.2.14

De estos usos agrícolas se deduce el posible origen del topónimo Utrera, proveniente de utraria, lugar o industria de odres para contener aceites y vinos. Otros autores lo derivan de Vulturaria (‘buitrera’) a través de *Ultraira, o bien de Lateraria ('fábrica de ladrillos'), teniendo en cuenta la forma Latrayrah con que aparece escrito en árabe en la primera documentación conocida del topónimo.

Edad Media
Se han encontrado restos de sepulturas visigóticas de la época paleocristiana, como demuestran las lápidas y terracotas, los anagramas de Cristo presentes en los enterramientos, así como los símbolos del Antiguo Testamento y las leyendas alusivas a la escatología cristiana.

No existen muchos datos en torno a la Utrera islámica, pero la vaga presencia de la población en los libros de repartimiento de Sevilla denota que no existió una presencia árabe importante. Hay que señalar que los restos arqueológicos indican que existía una mezquita en el lugar donde actualmente se levanta la Iglesia de Santa María de la Mesa.

Sí es posible deducir la presencia islámica en la zona de la toponimia árabe de los poblados del término municipal: Facialcázar (ciudad romana de Salpensa); Alcantarilla, del árabe Al-qantar (puente), probablemente un punto defensivo de cierta importancia para proteger el tráfico, fundamentalmente ganadero, por la Vía Augusta; y Alhorín, que hoy en día es un cortijo que aún conserva su nombre árabe.

Los primeros datos de Utrera con rigor histórico se encuentran a partir de la Reconquista cristiana. En 1253 Alfonso X lleva a cabo el repartimiento de las tierras conquistadas en la provincia de Sevilla. Durante la época árabe, hay vestigios de que Utrera podría ser una simple alquería con su torre de protección. En el período cristiano, los repobladores de la zona llevaron a cabo una serie de obras públicas entre las que se encuentra la transformación de la torre del puesto avanzado en castillo. Entre estos habitantes se encontraban una importante comunidad judía y un grupo importante de colonos que acabaron afincándose en la población, por el carácter fronterizo de esta.

A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, la ciudad toma un papel destacado como punto militar estratégico en la defensa de la frontera entre el territorio musulmán y el cristiano. A principios de la década de los 1470, la fortaleza de Utrera, que dependía del cabildo municipal de Sevilla, pasó a ser controlada por un aristócrata, el mariscal Fernán Arias de Saavedra. Durante la Guerra de Sucesión Castellana este noble apoyó a Isabel y Fernando frente a Juana pero en 1477, cuando los reyes ordenaron que los nobles reintegrasen todos los castillos sevillanos a la Corona, Fernán Arias se negó a obedecer. El 9 de noviembre de 1477 las tropas isabelinas, unos 2600 hombres capitaneados por Gutierre de Cárdenas, pusieron cerco al castillo, que estaba defendido por entre 40 y 50 escuderos. Finalmente lo tomaron al asalto el 29 de marzo de 1478. Los vencidos sufrieron una dura represión: dos tercios fueron degollados. El mariscal fue declarado traidor y sus bienes confiscados pero el 30 de septiembre de 1478 la reina se vio obligada a otorgarle el perdón ante las protestas de la alta nobleza andaluza.

Edad Moderna
El siglo XVI marcó un período de gran prosperidad para el pueblo de Utrera, y así lo denotan las numerosas obras públicas acometidas en esa época. Se construyeron conventos, hospitales, iglesias y casas palacio, se urbanizaron plazas y calles y se realizaron infraestructuras de saneamiento y abastecimiento de agua. El reinado de Felipe II marcó el punto álgido de la bonanza económica de la localidad. En 1570, Utrera era la primera población del reino de Sevilla después de la capital.

En 1649, la peste bubónica afectó con virulencia a la población de la ciudad. Esta epidemia y los problemas generalizados derivados de la política de los austrias menores marcaron el fin del auge económico vivido por Utrera durante el siglo anterior.

A lo largo del reinado de Carlos III, entre 1759 y 1788, se puso un especial interés en la repoblación de la comarca y se llevaron a cabo importantes trabajos para mejorar las infraestructuras del pueblo.

Edad Contemporánea
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas ocuparon Utrera. Este hecho causó gran perjuicio tanto a la población como a su arquitectura, dejando a la villa en una difícil situación.

Con el mandato del alcalde Clemente de la Cuadra (1842), se llevaron a cabo grandes obras públicas, como el adoquinado y alcantarillado de las principales vías de la población, construcción de casas para obreros, del mercado, la cárcel, el cementerio y la casa consistorial. Así mismo, se hicieron casas de beneficencia y se mejoró el alumbrado de las calles. Por aquel entonces Utrera experimentó una nueva mejoría que se consagró con la obtención del título de ciudad en 1877, durante el reinado de Alfonso XII.

La vida política y social de la población también fue reflejo de los movimientos acontecidos en este campo durante el siglo XIX. Tuvieron lugar, al igual que en el resto del territorio nacional, la fuerte oposición entre conservadores y progresistas, el caciquismo, las elecciones amañadas, los periódicos de sátira política y las protestas y huelgas.

Durante el Cantón de Sevilla (1873), un grupo de Voluntarios de Sevilla, comandados por un tal Carreró, se dirige a socorrer a los cantonalistas de Jerez contra la represión militar unionista. Se detienen en Utrera, que en esos momentos andaba a punto de erigirse en cantón independiente en mitad de la fiebre revolucionaria que invade la baja Andalucía. Utrera envió a representantes del ayuntamiento a Sevilla a defender que la localidad tuviera una Junta Revolucionaria independiente e se instó a los Voluntarios de Sevilla a retirarse a la estación de trenes. En Utrera existe tensión por si les son reclamadas contribuciones para la guerra. Carreró pide refuerzos militares a Sevilla por si se produce un enfrentamiento armado y Utrera arma a unos 800 vecinos que serían los encargados de acompañar a los cañones sevillanos a la salida del pueblo, tanto si iban a Jerez como si volvían a Sevilla y como muestra de buena voluntad se mantuvo la reunión entre representantes cantonales de Sevilla y los de Utrera. Sin embargo, en la celebración de la reunión, junto con los representantes cantonales entran los voluntarios y un vecino les insta a marcharse si eran "intransigentes" y los voluntarios gritan vivas a la república federal y social, lo que provoca un tiroteo donde mueren 400 hombres de ambos bandos. Gran parte de los cantonalistas sevillanos acaban en prisión, de dónde son finalmente liberados por las gestiones de los líderes Mingorance y Ponce, que se ven obligados a acudir desde Sevilla con refuerzos y con el diputado por Utrera, Diego Sedas, como mediador. Cada uno de esos prisioneros resultaba indispensable para defender Sevilla de un ataque inminente del gobierno central y antirrevolucionario.

La Guerra Civil sembró la ciudad de sufrimiento y hambruna. La posguerra estuvo marcada por fuertes tensiones sociales. En gran medida, estas tensiones fueron fruto de las características propias de la economía utrerana, eminentemente agrícola y con pocas posibilidades de industrialización a corto plazo.

La historia de Utrera durante el resto del siglo XX no está marcada por hechos especialmente trascendentes. Es destacable la gran inundación de 1962, causada por el desbordamiento del Arroyo Calzas Anchas. También son acontecimientos reseñables la consolidación de Utrera como primer productor de algodón a nivel nacional en 1963 y la Coronación canónica de la patrona, la Virgen de Consolación, en mayo de 1964.

Monumentos y lugares de interés
Utrera posee un importante patrimonio monumental. Todo el centro histórico de la ciudad está declarado Bien de Interés Cultural, en calidad de Conjunto Histórico-Artístico desde 2002.

Arquitectura religiosa

Iglesia de Santa María de la Mesa
Está declarada Bien de Interés Cultural en calidad de Monumento Histórico-Artístico desde 1979. Forma parte del paisaje característico de Utrera, ya que su torre, al ser la edificación más alta de la ciudad, se puede ver desde cualquier punto alto. Se trata de un templo medieval que se reformó en 1401 y posteriormente en el siglo XVI, perteneciendo a esta segunda fase la portada de los pies y el crucero. Es un templo de grandes dimensiones, construido en ladrillo, cantería y mampostería, con cinco naves, la central de mayor altura, con seis tramos y crucero. Desde un punto de vista artístico, mezcla las formas góticas y renacentistas. La Puerta del Perdón presenta una rica decoración y un diseño atrevido para los cánones renacentistas conforme a los que está construida.

Iglesia de Santiago el Mayor
Es una iglesia parroquial, y está declarada Bien de Interés Cultural en calidad de Monumento histórico-artístico desde 1977. Es un templo gótico del siglo XIV con una larga historia. Está ubicado en las proximidades del castillo. Su planta de tipo de salón se encuentra dividida por pilares fasciculados y cubiertas de bóvedas nervadas de gran belleza. Posteriormente, las naves se vieron completadas con cúpula renacentista y capillas barrocas y neoclásicas.

Santuario de Ntra. Sra. de Consolación
Este templo está ubicado en las afueras de la ciudad, y se llega a él por un espacioso camino, hoy día convertido en paseo, flanqueado por el parque de Consolación. En su interior se encuentra la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de Consolación, destacando además su artesonado mudéjar y el altar mayor barroco, que se trata de una de las joyas barrocas más importantes que hay Andalucía, que destaca por sus dimensiones de 15,5 metros de altura y 12 de anchura y que fue ejecutada en 1703 por Francisco Javier Delgado. Este altar mayor se restauró en 2020. El edificio es de estilo barroco clasicista. Fue construido en el primer tercio del siglo XVII, sobre una ermita del siglo XVI dedicada a albergar la imagen de la Virgen de Consolación, que fue trasladada desde el desaparecido Convento de la Antigua. El 31 de marzo de 1561, la Orden de los Mínimos se hizo cargo de la ermita, levantaron su monasterio anexo a esta y más tarde la iglesia que se observa en la actualidad. Esta consta de nave única con crucero, con una estructura de muros de carga de ladrillo enfoscado y pilares. Los arcos fajones dobles de la nave y el triunfal, son de medio punto. La capilla mayor es cuadrada y las cubiertas de bóveda de cañón con lunetos. En el crucero hay una cúpula con linterna. A los pies de la nave hay una estructura de vigas con artesonado de madera, que se apoya en columnas de mármol blanco. Sobre esta se asienta el coro y una torre de dos cuerpos que está adornada con azulejos. La portada es de piedra amarillenta y consta de dos cuerpos. Fue declarado Monumento histórico-artístico en 1982.



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