NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES .



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Autor Tema: NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES  (Leído 267321 veces)

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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5295 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:08:51 09:08 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5296 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:09:23 09:09 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5297 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:10:19 09:10 »


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« Respuesta #5298 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:10:57 09:10 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5299 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:12:17 09:12 »


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« Respuesta #5300 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:12:53 09:12 »


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« Respuesta #5301 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:13:26 09:13 »


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« Respuesta #5302 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:14:02 09:14 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5303 en: 11 de Noviembre de 2022, 09:14:38 09:14 »


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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5304 en: 12 de Noviembre de 2022, 08:13:00 08:13 »

Bélmez de la Moraleda

Bélmez de la Moraleda es un municipio y localidad española de la provincia de Jaén, en la comunidad autónoma de Andalucía. Está situado en la comarca de Sierra Mágina y pertenece al ámbito del Parque natural de Sierra Mágina. Se encuentra una altitud de 825 msnm y a 69 kilómetros de la capital de provincia.

Con una superficie de 49 km², cuenta con una población de 1.542 habitantes. (2021); Lo que le lleva a tener una densidad de población de 32,65 hab./km². Sus coordenadas geográficas son: 37°43′23″N 3°22′58″O.

Símbolos
El escudo se compone de contorno español y timbre de corona real cerrada, que se compone de un círculo de oro y pedrería, con ocho florones y ocho perlas intercaladas, cerrada con ocho diademás guarnecidas, también de perlas, que convergen en un mundo de azur, con un ecuador y un semimeridiano de oro, y sumado de una cruz de oro, forrada la corona de gules.

El segundo cuartel alude parcialmente al topónimo, al introducir un moral de sinople, armería parlante que se relaciona con el sobrenombre de La Moraleda, si bien otras interpretaciones etimológicas hacen derivar el topónimo de Bélmez del almez, árbol conocido en la zona como armencino, por lo que no podemos desdeñar ninguna de estas hipótesis. La primera relacionada con el árbol del moral, identificado por lo tanto con La Moraleda; y la segunda, que haría referencia al árbol del Almez o armencino, con referencia a Bélmez.

En las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1578, se contesta al punto relativo al escudo, argumentando monumentalmente la existencia en el castillo de una piedra de mármol blanco con inscripciones griegas, góticas y latinas, que entendemos no tenían nada que ver con la armería del Concejo, ya que en la fecha, los Carvajales seguían conservando este dominio, por lo que el blasón municipal debía utilizar la impronta armera de su Señor, don Alonso de Carvajal, al igual que ocurría en la fecha señalada en Jódar, que poseía de la misma forma bajo su jurisdicción.

Bélmez de la Moraleda formaba parte del Reino de Granada hasta su definitiva conquista en 1448, pasando poco después a ser un Señorío detentado por los Carvajales, motivo que se señala en la primera partición del escudo, al cargar las bandas de este linaje; si bien es preciso aclarar que esta familia tan sólo utilizó una banda en sus blasones.

Naturaleza
El 52 por ciento del término municipal se encuentra dentro del parque natural de Sierra Mágina. Se puede realizar la ruta por el sendero de uso público de subida al Hoyo de la Laguna y se puede enlazar con la ruta señalizada del caño del Aguadero. En la cortijada de Bélmez se encuentra la fuente de la Pavana. Además se puede realizar la ruta saludable al puente del río Gargantón, donde aparecen importantes áreas de espino blanco o majoletos y cornetales. Desde allí se pueden observar las zonas más elevadas de Sierra Mágina y las paredes rocosas y rastras características de la formación caliza de ésta. Las paredes rocosas junto al Gargantón sirven de refugio a una gran variedad de aves, como el vencejo real, la collalba negra, chova piquirroja o los cernícalos. El cauce del río se regula mediante acequias a Bélmez de la Moraleda y a Cabrita y ha sido aprovechado para regadíos y tradicionales molinos de rodezno. Al norte del municipio se encuentra la Sierra de La Cruz. Es de interés paisajístico la carretera que une Cabra del Santo Cristo con Bedmar pasando por Bélmez de la Moraleda. Se encuentras tres vías pecuarias que son el cordel de Bélmez, cordel de la Fuente de la Laguna, Vereda del Llano y Cuesta del Tío Jarabe. Cuenta con el monte público de El Buitre, compartido con Huelma.

Historia
El término municipal de Bélmez de la Moraleda nos ofrece algunos asentamientos de las épocas ibérica y romana de gran interés y que ilustran con claridad algunas de las circunstancias históricas y geográficas del entorno. Y entre éstas últimas, el carácter de paso, de vía de tránsito entre la actual provincia de Granada y el Alto Guadalquivir a través del valle del río Jandulilla que, convertido en un verdadero desfiladero en algunos puntos de su recorrido, comienza a abrirse, algo más allá de Bélmez, hacia el Guadalquivir.

Esta situación estratégica explica la ubicación en época ibérica de un asentamiento, el llamado Recinto de Bélmez, situado a doscientos metros del cruce de la carretera que sube a la actual localidad. Se trata de un pequeño cerro de perfil suave en la vega del río. Aunque no se han encontrado restos de infraestructuras in situ, son visibles numerosos bloques de piedra que debieron formar parte de una construcción de carácter estratégico y de reducidas dimensiones. Aunque los restos en superficie no son muy abundantes, entre otras razones por el deterioro de la parte superior del cerro, aquí se ubicaría un recinto fortificado, una torre para el control del paso. Entre los materiales localizados ha sido identificada una tapadera de una urna de orejetas, una característica forma cerámica, vinculada a un momento cronológico que debe situarse en el llamado Horizonte Antiguo del mundo ibérico, es decir, anterior a la segunda mitad del siglo V antes de nuestra era.

Desde Úbeda la Vieja, justo en el punto de confluencia del Jandulilla con el Guadalquivir, es el único asentamiento fechado en ese momento, lo que lo convierte en excepcional, sirviéndonos también para explicar algunas cuestiones históricas de gran interés. Sabemos que el paso por el valle del Jandulilla alcanzó su mayor intensidad durante el siglo IV a.n.e., cuando el comercio de productos griegos fue más intenso y cuando la aristocracia de Úbeda la Vieja extendió su control por todo el valle del río, desde la desembocadura hasta el cerro del Pajarillo en Huelma. La localización del Recinto de Bélmez nos viene a señalar una ocupación o al menos el control del valle desde un momento más antiguo. Sin embargo no se han localizado elementos arqueológicos que permitan pensar en una verdadera explotación agrícola del valle y ésta parece que no se inicia hasta un momento posterior, según los escasos indicios con que contamos, en torno a los inicios del siglo II antes de nuestra era.

Muy posterior en el tiempo otro asentamiento, el llamado Barranco de Hornillos Bajo, nos demuestra la ocupación del entorno de Bélmez en época romana, aunque lo limitado de la información no nos permite precisar el momento concreto de la ocupación del sitio. Situado junto al río, en una ladera, observamos la presencia de restos arqueológicos que así lo confirman. Sin duda nos encontramos ante la presencia de una villa rústica, una explotación agraria que posteriormente tendrá continuidad en época medieval.La actual población de Bélmez de la Moraleda se encuentra situada a unos kilómetros de la localidad medieval que le dio origen. Gran parte de esta región estuvo dominada durante el siglo IX por la familia muladí de los b. Habil, y los “castillos” de los que hablan las fuentes árabes serían en su mayoría lugares pequeños fortificados.

La población vivía en las aldeas que controlaban esos refugios. Hasta el momento no sabemos si Bélmez existía ya, aunque parece muy verosímil, ya que en el año 945, unos años después de que Abd’alRahman III sometiese toda la región, se levantó una mezquita, según nos indica la inscripción que conmemora su construcción. Es posible que ésta fuera un edificio realizado conjuntamente por un grupo de aldeas, solución que las pequeñas poblaciones adoptaron muy frecuentemente para “abaratar costes”. Pero tampoco puede descartarse que ya entonces Bélmez hubiese alcanzado la suficiente entidad como para dotarse por sí misma de dicha construcción. Sin embargo, el nombre de Bélmez no aparece citado en los textos hasta principios del siglo XIV. Bélmez es una palabra de raíz árabe, con el significado de “lugar protegido”. Además, la palabra “velmez” ha quedado en castellano con el significado de vestidura que se ponía sobre la camisa para evitar que la loriga y demás guarniciones molestasen al cuerpo, lo que reafirma el sentido de protección. Y el castillo de Bélmez queda en efecto situado en el interior de una pequeña vega, protegido por un círculo montañoso, por lo que se construyeron las torres del Sol y del Lucero en las alturas próximas para vigilar el entorno.

Todo ello indica que entre los siglos X y XIV hubo una serie de transformaciones en la estructura física de esta localidad –y de otras semejantes– y en la forma de controlar el territorio. Entre los siglos X y XII el esquema sería similar al que había anteriormente, es decir, numerosas aldeas –entre ellas Bélmez–, que disponen conjuntamente de lugares de fortificación para casos de peligro. Después, especialmente a partir de finales del siglo XIII, ante la amenazante presencia castellana, la población parece ir concentrándose en algunas localidades, que se rodean de murallas. Es lo que las fuentes árabes denominan “hisn” (plural “husun”) y a las que los castellanos denominan “castillos”. Es el caso de Bélmez, tomada en 1316 por el infante don Pedro. Pero la crisis castellana y el contraataque nazarí permitirán a los musulmanes recuperar parte de las poblaciones de la sierra. Y en algunas como Bélmez realizarán importantes obras, de forma que cuando nuevamente sea conquistada en 1448, el cronista castellano distingue ya entre la población (“el lugar”) y el castillo propiamente dicho. Es éste último el que se ha descrito en varias ocasiones considerándolo mucho más antiguo de lo que es en realidad.

La última transformación será el cambio de ubicación de la población, como hemos dicho antes, aunque junto a los restos del asentamiento islámico subsiste una cortijada que ha mantenido el nombre.La toma y conquista del castillo de Bélmez en 1448 por don Fernando de Villafañé vino a significar de hecho el fin del dominio islámico en la villa. Sin embargo esta conquista apenas si mitigó el contexto de luchas y contiendas que habían caracterizado su pasado más reciente. Buena prueba de ello serán los numerosos avatares por los que pasará la fortaleza de Bélmez a lo largo de los años que transcurren entre 1464 y 1477, que se enmarcan dentro de las luchas intestinas que caracterizaron la mayor parte del reinado de Enrique IV. Así, en 1464 el castillo sufre el asalto y toma del infante don Alfonso; en 1465 el propiciado por don Juan de Vera; en 1476 el intento de conquista del segundo vizconde de Huelma y comendador de Bedmar y Albanchez… Conflictos que en buena medida venían a explicarse, de una parte, en función del control que permitía sobre el camino de Granada y, de otra, en función de un no menos importante control sobre importantes superficies de excelentes pastos en Sierra Mágina. Así lo ponen de manifiesto pleitos como los mantenidos con la villa de Huelma y, sobre todo, el mantenido con los ganaderos de Úbeda por cuestiones de portazgos y quintos, y que durará a la postre 208 años.

Estos conflictivos años dieron paso, en el siglo XVI, a un nuevo tipo de litigio, esta vez de carácter administrativo. En 1501 los Reyes Católicos donan el castillo de Bélmez y sus términos, que desde el siglo XIV permanecían unidos al Señorío de Jódar, al concejo de Granada, “con la condición de que dicho concejo pagase a Alonso de Carvajal todo el dinero que los reyes le debían por el empeño de Bélmez y que fuera con carácter vitalicio Alonso de Carvajal alcaide de Bélmez”. Esta donación volverá a reproducir viejas disputas en torno a la posesión de Bélmez, especialmente desde fines de 1513, tras la muerte de don Alonso de Carvajal en tierras italianas. Las disputas se saldaron finalmente con la posesión que de la misma obtuvo don Diego de Carvajal, eso sí, a cambio de un censo pagado a la ciudad de Granada. Y fue precisamente este hecho el que propició, a la postre, otro de los cambios trascendentales que se van a producir en la historia de Bélmez en el siglo XVI: la modificación, desde 1534, de la ubicación de su núcleo poblacional, propiciada por la actitud adoptada desde esas fechas por dicho señor al comenzar a ceder tierras en calidad de arrendamiento a algunos labradores, que comenzaron a roturar la dehesa y a construir sus casas cerca del nacimiento de la Moraleda.

Esta actitud ya tuvo en la villa sus antecedentes en algunas informaciones de 1510, cuando se constaba la posibilidad de repartir tierras a posibles repobladores ante el hecho de que numerosos campos ofrecían un marcado aspecto de tierra inculta y con aprovechamientos más que irregulares. En el siglo XVI la mayor parte de las tierras estaban destinadas al cultivo del trigo, la cebada, el lino y el cáñamo, a la par que destacaba la presencia de ganado caprino, porcino, vacuno y caballar. Junto a ello, la recogida de esparto y enebro, de madera o la caza, así como las tierras destinadas a pastos, constituían sus actividades más señeras. Lo cual poco varió a lo largo de la Edad Moderna, habida cuenta de que a mediados del siglo XIX el cultivo y recogida de trigo, cebada, centeno, maíz, bellota, garbanzos, habas y todo género de semillas, frutas y hortalizas seguían siendo características de una economía fuertemente volcada a actividades agrícolas y ganaderas, éstas últimas centradas en el ganado lanar, cabrío y en alguna medida porcino. Y todo ello desarrollado por una población de alrededor de 896 habitantes. A finales del siglo XIX la imagen apenas ha sufrido alteraciones: los terrenos de pastos (1.712 hectáreas) y de monte (1.670 hectáreas) sobresalían en alguna medida sobre el cultivo cerealícola (1.326 hectáreas) y ampliamente sobre el olivarero (116 hectáreas). Un siglo más tarde, esto es, a finales del XX, la fisonomía productiva de la localidad sí que ha cambiado: las 1.679 hectáreas de olivar destacan sobremanera sobre las 51 destinadas a herbáceos o las 128 de frutales.

Junto al papel destacado del olivar seguirá manteniendo también una posición privilegiada la superficie de pastos (1.673 hectáreas).Estas magnitudes superficiales y esta imagen agropecuaria se acompañaron de un escenario social campesino y jornalero escasamente reivindicativo en el siglo XIX a la par que decididamente conflictivo en el siglo XX. Los problemas agrarios derivados tanto de los efectos de las crisis de subsistencias cuanto de la crisis agraria finisecular y los procesos de modernización emprendidos a partir de la misma, agudizaron la cuestión social agraria, que se traducía reiteradamente en paro y hambre. En este sentido, el dato estadístico que ofrecía el año de 1930/31 sobre parados en Bélmez es más que ilustrativo: el 75% de su censo obrero y campesino. No debe extrañar que sea precisamente en estos años, como ocurrió también en otros municipios vecinos, cuando el discurso sindical y político de clase cale hondamente en su población trabajadora: la constitución de la sección local de la FNTT es de 1932, y las del PCE y la FRCA de 1937. La traducción política de esta situación corrió en alguna medida acorde con lo expresado: en 1931 la candidatura del PSOE a las elecciones legislativas triunfará por primera vez en el municipio, aunque en las legislativas de 1933 las candidaturas derechistas conseguirán el triunfo electoral, que mantendrán en 1936 dentro del denominado Bloque Nacional.Esta conflictividad social de la primera mitad del siglo XX se acompañará de un cierto grado de vitalidad demográfica: si en 1900 la localidad llegaba a sumar un total de 1.488 habitantes, en 1930 éstos habían aumentado hasta los 2.177, para llegar en 1950 a los 2.588, lo que significó su momento demográfico más álgido.

A partir de esta fecha, y a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX, el municipio ha vivido una situación, primero –sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta–, de cierto retroceso y, después, de mantenimiento de sus 2.000 habitantes.

Caras de Bélmez
Se trata de uno de los fenómenos misterioso más paradigmáticos cuya fama ha trascendido ampliamente los límites de Sierra Mágina. Bélmez cuenta con un Centro de Interpretación dirigido a los visitantes interesados en este fenómeno, que ha sido objeto de una gran cantidad de investigaciones, así como de una extensa repercusión mediática.

En 1971, en una casa del centro del pueblo aparecieron unas imágenes en el suelo de la cocina y pasillo. Dichas imágenes representan rostros de personas y figuras humanas completas. Las numerosas investigaciones serias llevadas a cabo para explicar el motivo de la aparición repentina de las imágenes jamás han podido demostrar que el fenómeno de las Caras de Bélmez fuera una estafa, con lo que el fenómeno de las caras se convirtió en el más importante de España desde el punto de vista de los aficionados a los fenómenos paranormales.

El 18 de febrero de 2001 se picó una pared donde había caras, se enlució y se precintó la habitación por parte de una notaría y testigos. El 18 de agosto el precinto se quitó pudiendo observarse que las caras de Bélmez habían vuelto a aparecer en la pared que se había picado.

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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
« Respuesta #5305 en: 12 de Noviembre de 2022, 08:13:40 08:13 »

continuación ....Bélmez de la Moraleda

Patrimonio

Histórico

Castillo de Bélmez
Rodeado por el picacho de Carboneras, en el cruce de Granada hacia la serranía de Mágina, controlando el paso hacia Bedmar por el collado del Valle, cerca del río Jandulilla, el castillo de Bélmez fue para los musulmanes un enclave ideal tanto para la defensa fronteriza de Granada como para la práctica de incursiones de castigo en el reino de Jaén. Situado a unos tres kilómetros de la actual población, próximo a un manantial de claras aguas, se consolidó como una de las plazas fuertes fronterizas nazaríes y no fue posible su conquista por huestes baezanas hasta casi la mitad del siglo XV. El elemento que permanece como hito histórico es la torre del homenaje, que debió alzarse, sobre su base rectangular, hasta llegar a los tres pisos. Exteriormente la obra es de mampostería, más o menos regular, entremezclada con ripios, presentando sillería en ángulos y huecos y cuatro saeteras bien dispuestas para la defensa. Interiormente la mampostería alterna con yeso y ladrillo y arcos fajones apuntados que refuerzan cúpulas así como otros ligeramente apuntados. El alcazarejo contaba, además, con cuatro torreones de planta cuadrada y otro rectangular. La albacara (el recinto amurallado exterior) era de mampostería rellena de piedras y barro y ocupaba una amplia extensión. El Castillo de Bélmez fue declarado en 1985 Bien de Interés Cultural.

Torres del Lucero y del Sol
El castillo de Bélmez estaba rodeado por una serie de atalayas que lo protegían al estar encajonado entre sierras. La más consistente de las que permanecen en pie es la Torre del Lucero, cercana a la población y vigilante de la ruta suroeste hacia Huelma. Con forma cilíndrica, estaba protegida por un pequeño recinto amurallado, que evolucionaba en su interior del macizo a la terraza pasando por aposentos interiores superpuestos cubiertos por bóvedas semiesféricas. También circular, de mampostería y con similares tipos de bóvedas, la Torre del Sol o de Bélmez servía para el control del sureste. Ambas torres fueros declaradas Bienes de Interés Cultural en 1985.

Castillo de Chincoya
Este castillo es famoso literariamente por aparecer citado en la Cantiga 185 que se atribuye a Alfonso X El Sabio, que recoge la tradición popular que narra la implicación de la Virgen en un milagro que favoreció a un alcaide cristiano frente a un alcaide árabe “y traicionero”. Se trata de un fuerte cuadrangular situado frente al Castillejo de Neblín, a la derecha del río. A pesar del estado ruinoso en que hoy lo vemos, muestra haber sido un castillo armónicamente planeado por un maestro de obras conocedor de su oficio.En 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural.

Ayuntamiento
Entre los edificios contemporáneos de Bélmez destaca el Ayuntamiento, obra de arquitectura popular, con cuatro huecos asimétricos en el primer piso y otros tantos que se repiten sin regularidad en el piso superior, tres de ellos unidos por un balcón corrido. En su interior hay un genuino patio con fuente central y galerías con arcadas coronadas por balaustrada.

Iglesia Parroquial
Otro edificio significativo de Bélmez es la iglesia parroquial, construida en 1966. El espacio introductorio lo forma un atrio columnado y, junto a él, sobre un muro de ladrillo visto está representado, en altorrelieve, el Sagrado Corazón de Jesús. Su estilizada torre cuadrada, cubierta piramidalmente, ve remarcada su verticalidad por la sucesión de tres pequeños huecos rectangulares, reloj y un hueco mayor para el vuelo de campana.

Otros monumentos
Otros monumentos defensivos situados en el término municipal son el ya mencionado Castillejo del Cortijo de Neblín y el Castillejo del Barranco de Aguas Amarguillas, ambos declarados Bienes de Interés Cultural.

Natural

Barranco del Arroyo Gargantón
Interesante vertiente de montaña que destaca por la presencia del espino blanco o majoletos y cornetales, entre otras formaciones vegetales. Las paredes rocosas junto al Gargantón sirven de refugio a gran variedad de aves, como el vencejo real, la collalba negra o los cernícalos.
Emplazamiento: Al oeste del casco urbano, en pleno Parque Natural de Sierra Mágina.
Distancia: 7 km.
Medio: En vehículo turismo y a pie.
Vía de acceso: Mediante un carril que sale directamente del casco urbano, hasta llegar a una vereda de montaña que accede al enclave.

Cuevas del Chato y Baltibañas
Entorno natural consistente en una zona de montaña mediterránea con formaciones geológicas y geomorfológicas de alto valor. Está indicado sólo para expertos en actividades espeleológicas.
Emplazamiento: Al oeste del casco urbano.
Distancia: 7,5 km.
Medio: En vehículo turismo y a pie.
Vía de acceso: Por carretera y vereda de montaña.
 
Fiestas
El ciclo festivo de Bélmez de la Moraleda comienza la víspera de San Antón –el 16 de enero– cuando se encienden fogatas y en torno a ellas se consumen rosetas y calabazas asadas. Por San Marcos –el 25 de abril–, desde antiguo, se procesiona al santo por el pueblo siguiendo el itinerario de las fuentes para pedir agua para los campos.

Era costumbre entonar letanías implorándole lluvia al santo. La imagen de San Marcos lleva un toro a sus pies, que por ser de reducido tamaño es popularmente conocido como “el perrillo de San Marcos”, el cual es arrojado a las aguas de un pozo situado en el lugar conocido como El Nacimiento cuando la procesión pasa por allí. Era costumbre, también, que los perros del pueblo, por mano de los mozos, siguieran la misma suerte que el perrillo del santo evangelista, y acabaran zambulléndose en las aguas de las fuentes de Bélmez de la Moraleda. Estando próximo a la fecha de San Marcos el mes de mayo, por dicha fiesta era costumbre, ya en el olvido, que los mozos rondaran y cantaran a las muchachas que pretendían los llamados “mayos”.

Siguiendo esta costumbre, que solía durar hasta el Día de la Cruz –el 3 de mayo–, se hacían rondas, se daban serenatas y se colocaban “enramadas” de flores en las puertas de las mozas que se querían rondar.En la mañana del primer domingo de mayo sale desde Bélmez de la Moraleda hacia la cortijada de Bélmez una romería en honor de Nuestro Señor de la Vida. Durante el transcurso de la misma tienen lugar las llamadas “Relaciones”, representación en siete escenas de luchas entre moros y cristianos, donde éstos últimos rescatan el cuadro del Señor de la Vida a las tropas musulmanas y lo proclaman patrón de la cortijada de Bélmez.

La tradición cuenta que a un pastor de nombre Eufrasio, mientras guardaba sus ovejas, le fue revelado en sueños por un ángel que en una mazmorra del castillo de Bélmez había un cuadro que representaba a un Cristo amarrado a una columna para ser azotado. El pastor quiso recuperar el cuadro pero se encontró con la negativa del rey moro que gobernaba el castillo. Pidió ayuda Eufrasio a las tropas cristianas que se encontraban acampadas cerca de la fortaleza, y después de una dura lucha entre ambos bandos, el cuadro fue rescatado proclamándolo patrón tanto de la aldea de Bélmez como de Bélmez de la Moraleda. Esta representación data de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, y tiene la particularidad de que los integrantes de las tropas cristianas visten con ropas de soldados actuales y van armados de escopetas, mientras que las tropas moras llevan un atuendo más en consonancia con la época en la que debieron de suceder los hechos.

Del 20 al 22 de agosto tienen lugar, desde 1967, las fiestas en honor de la Virgen de la Paz y el Señor de la Vida, si bien éstas se celebraban antiguamente para el día de San Andrés –el 30 de noviembre–.

Durante estos festejos mayores tienen lugar las “Relaciones” en Bélmez de la Moraleda, fiestas de moros y cristianos que pueden ser consideradas como una continuación de las que en mayo se celebran en la aldea de Bélmez, teniendo también como argumento el rescate del cuadro de Nuestro Señor de la Vida, en manos de las huestes moras, por parte de las tropas cristianas.

Duran estas representaciones dos días, en los cuales se procesiona solemnemente el cuadro del patrón. Los textos fueron recogidos y versificados en los años cincuenta del siglo XX por el poeta Antonio Guzmán Merino, debiendo datar los textos originales de finales del siglo XVIII.

Gastronomía
Con motivo de las fiestas de agosto en honor de Nuestro Señor de la Vida se lleva a cabo en Bélmez de la Moraleda un concurso de elaboración de migas, en el que participan mayoritariamente hombres, y que nos pone de manifiesto el arraigo que tienen entre los belmoralenses como plato tradicional. Migas que acompañadas de sus inseparables engañifas, como chorizos, bacalao, aceitunas, rabanillos y todo cuanto cabía en el hato, se hacían a pie de olivo en tiempos de la recolección de la aceituna. Con el mismo ánimo de que no se pierdan las costumbres culinarias, y dentro de las mismas fiestas en honor del Señor de la Vida, se celebra en estos últimos años un concurso gastronómico de platos tradicionales de la zona.

Con el resto de los pueblos de la comarca, y con otros muchos lugares de la provincia, comparte la cocina de Bélmez el popular guiso de los “andrajos con liebre”, que por aquí también suelen hacerse con boquerones, aunque el delicioso plato estrella de los fogones de esta tierra es el “choto al ajillo”. Es costumbre que para el primer domingo de mayo se haga una romería en honor del Señor de la Vida hasta la vecina Bélmez, y las familias en ese día se llevan al campo chotos enteros que suelen ser preparados a la parrilla. Entre los platos de carne tampoco debemos olvidar el cordero a la caldereta o simplemente a la brasa, el arroz con conejo, preferiblemente de campo, o las judías con perdiz.

Propias de Semana Santa son las flores, también llamadas hojuelas, y los potajes de vigilia con garbanzos, bacalao o panecillos.

En Bélmez, si no en plan industrial, sí existe la costumbre de que muchas familias tengan sus viñas, de las que obtienen su propio vino, entre cincuenta y cien litros, para el consumo propio de un caldo vinícola que en esta tierra es conocido como “vino mosto”.
 
Gentilicio:   belmoralense  o  moraleo, -a
Patrón:   Ntro. Señor de la Vida
Patrona:   Virgen de la Paz




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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
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Re:NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES
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